Tecnología con networking
ERNEST QUINGLES, PRESIDENTE EJECUTIVO DE EPSON IBÉRICA
Hace medio año que Ernest Quingles se incorporó a Epson Ibérica como presidente ejecutivo. La compañía japonesa opera en tecnología y electrónica, hace robótica industrial, mecanismos de precisión y relojes (Seiko). “Es una marca que está más presente en nuestras vidas de lo que creemos”, dice. Pero su fichaje tenía trampa: “Las ventas aquí se desplomaron más del 60% en menos de cinco años (de 210 a 77 millones). Y el reto es cómo recuperarlas, porque somos una filial puramente comercial”.
Quingles (Barcelona, 1965), larga carrera en multinacionales y hábil en el networking, ha construido una estrategia en la que destaca el concepto de que “los japoneses inventan, nosotros innovamos”. Ha seleccionado una de las líneas de negocio del grupo, las smart glasses (gafas inteligentes), y se ha propuesto crear una plataforma que les dé valor añadido, invitando a otros actores del mercado (universidades, centros de competencia). “Hay mil aplicaciones: para visualizar objetos en una tienda, para un servicio técnico de reparaciones, para museos, bibliotecas, gestión del tráfico”. Su idea es que la innovación que puedan generar sea aprovechable dentro de la corporación en el mundo. “La crisis que tenemos sólo se supera con empresa y más empresa. Es la solución a todos los males. Intentaremos poner nuestro granito de arena para que surjan nuevas start-ups”. Esta apuesta la acompaña con su presencia en la nueva junta de la patronal catalana Foment, donde preside la comisión de innovación, y acaba de incorporarse al patronato de I2Cat.
Paradójicamente, Quingles asegura que “no me gustaba especialmente la tecnología, pero en cuanto entras, te vas especializando”. Estudió Esade, enfocado a finanzas, porque “tengo un perfil más comercial y de marketing, pero entendí que para llegar a posiciones ejecutivas, necesitaba una sólida base financiera”. Pasó por Arthur Andersen y luego en Londres se sacó el título de trader financiero. Pero en Barcelona el sector era muy pequeño, “y acabé en la japonesa Riso, de impresoras, como director finan- ciero”. Fue una opción que acabaría marcando el resto de su carrera: después de nueve años, pasó a Océ, hasta que fue absorbida por Canon, y entonces le salió la oportunidad de dirigir Tech-Data, dos años en Portugal y luego cinco en Italia. Y allí estaba cuando le llamaron de Epson. “Todos mis cambios son el resultado de contactos”. Quingles es el tercer presidente de Epson Ibérica, después de Joan Corominas, y anteriormente Ramón Olle, que fue el primer importador de la firma en España y acabó siendo el primer presidente europeo de Epson.
Tras cinco años en Milán, Quingles está fascinado por la capacidad emprendedora y de innovación de los italianos. De los japoneses valora su visión a largo plazo y el sentido de la lealtad, y “cómo, siendo un país tecnológicamente avanzado, han sabido mantener el empleo”. “Mis japoneses –dice– inventan y son buenísimos: todo lo que vendemos es tecnología propia”. Epson también vende a terceros: el giroscopio que llevan todos los teléfonos móviles y tabletas (el mecanismo de precisión que hace girar la imagen en la pantalla) es de Epson. “El grupo registra 5.000 patentes al año, y tiene una bolsa de 50.000”. “En el ecosistema Epson tenemos una gran oportunidad de añadir valor localmente, es nuestra gran apuesta”. Innovar, explica, es dotar de un modelo económico a la invención: hacer rentables las ideas. “El crecimiento nunca viene solo. Hay recuperación económica, hemos lanzado nuevos productos y divisiones de negocio”, y dice que la filial ya crece al 17%. Volver a Barcelona le ha permitido simplificar la gestión familiar –es padre de cuatro hijos–. Y a pesar de sus continuos viajes, a Londres y Amsterdam o a Japón, asegura que “no vivo sin hacer deporte cada día”.
“La crisis sólo se supera con empresa y más empresa; es la solución a todos los males”