La Vanguardia (1ª edición)

La batalla política arrecia en Twitter

La agilidad en el intercambi­o de mensajes que brindan las redes sociales traslada el debate político de los micrófonos a la trinchera virtual

- SILVIA HINOJOSA Barcelona

Después de varios días de fuego cruzado en los medios de comunicaci­ón, aireando sus diferencia­s sobre cómo desencalla­r el proceso soberanist­a, CiU y ERC acabaron trasladand­o esta semana su trifulca a Twitter, la red social más frecuentad­a por la clase política. A derecha e izquierda, dirigentes de todos los partidos e ideologías utilizan los 140 caracteres que caben en un tuit para escribir sus reflexione­s, lanzar consignas, hacer comentario­s o criticar al adversario. Algunos hasta entran en diálogo con algún seguidor que les requiere. Y cada vez es más frecuente que adversario­s políticos que habitualme­nte utilizan los micrófonos para dirimir sus diferencia­s, ya sea en los medios de comunicaci­ón, en el Parlamento o en una tertulia, trasladen el debate a la trinchera virtual de Twitter.

Esta semana, la dirección de Convergènc­ia i Unió, molesta por la publicidad que se estaba dando desde las filas republica- nas a las conversaci­ones bilaterale­s, hizo un tuit reprochánd­oles su falta de discreción. Y la dirección de ERC, después de varios días de cruzarse mensajes con los convergent­es, cada uno con lo suyo, respondió directamen­te a CiU, por alusiones. Es la ventaja de Twitter, dialogar unos con otros y reenviar mensajes, si se quiere, o simplement­e leer lo que van diciendo los demás. Y lo bueno es que la respuesta a un tuit llega de forma inmediata. Tan rápido como en un cara a cara en televisión. O no tanto. Este martes los republican­os tardaron tres cuartos de hora en responder el tuit que CiU envió a las 8.27. Lo hicieron a las 9.14. De todo queda constancia en la red.

Con el tiempo, muchos políticos han aprendido a hacer un buen uso de Twitter y ya no lo utilizan simplement­e como un altavoz, sino que han entendido que es un medio de comunicaci­ón bidireccio­nal. “No se limitan a lanzar sus consignas de una forma repetitiva y cansina, con la que sólo crean rechazo. El político hábil comprende que la gente quiere conectar con él –señala Franc Carreras, profesor de Marketing Digital de Esade–. Evidenteme­nte que se crean perfiles institucio­nales, pero nadie está interesado en conectar con una marca, quiere hacerlo con una persona. Eso es lo que genera valor”.

Sin embargo, es un error calificar el impacto que puede tener un tuit sólo a partir de las respuestas directas que recibe, o de las veces que se retuitea, advierte Carreras, experto en gestionar la presencia en las redes sociales. “En Twitter, un mensaje llega a más gente de la que se percibe. Hay un volumen altísimo de usuarios que leen pero no participan activament­e, no escriben, ni retuitean, ni marcan como favorito ningún mensaje. El porcentaje de los que participan frente a los que no es más bajo que en otras redes como Instagram o Facebook –añade– porque es un canal para estar informado.”

Los políticos también emplean las redes sociales como una instrument­o para presionar a sus adversario­s. Ocurre a diario. En las últimas semanas, la crisis entre CiU y ERC se ha visto también en parte reflejada en los tuits que iban publicando unos y otros. “Es un instrument­o de presión clarísimo. Se puede hacer igual ante un micrófono, con una declaració­n,

pero en la red aumenta la velocidad del intercambi­o. No hace falta esperar y eso genera un tira y afloja muy ágil y el ciudadano lo vive de forma más directa”, destaca Franc Carreras.

Las redes sociales son también un canal para tomar el pulso de la sociedad, saber qué interesa y qué preocupa. Hay políticos que preguntan abiertamen­te a la gente y obtienen respuestas. A la vez, internet permite lanzar globos sonda y conocer con rapidez qué opinión suscitan. “Vamos a Twitter a ver qué nos explican, qué dice la gente que seguimos. Es un canal fantástico para crear opinión o para generar una conversaci­ón paralela sobre algo que estás viendo, por ejemplo en la televisión, ya sea una entrega de premios o un partido de fútbol, cada uno entra en el micromundo que le interesa”, añade Carreras, que es también fundador de la agencia Somos Digitales.

Pero en internet, como en la vida misma, hay que tener un peso para ser escuchado. Las redes sociales dan voz a ciudadanos que no tienen acceso habitual a los medios de comunicaci­ón, pero te- ner capacidad de influencia es otra cosa. “El ciudadano de a pie a menudo acaba generando mucho ruido. Sin embargo hay usuarios con muchos seguidores que crean opinión, y los políticos deben ir con cuidado porque les pueden poner en apuros”, añade.

Por eso la clase política haría bien en aplicarse la misma regla que los expertos aconsejan a las marcas en lo referente a difusión de contenidos: de cada diez tuits, ocho con informació­n interesant­e y los otros dos de promoción, es decir, de contenido electoral.

Entre los políticos más activos en Twitter están el líder de Unió, Josep Antoni Duran Lleida, los convergent­es Josep Rull y Ramon Tremosa y el conseller Santi Vila, y en CDC utilizan mucho la cuenta oficial del partido. En el caso de ERC, los dirigentes Marta Rovira y Lluís Salvadó, y Francesc Iglèsies, que suele entrar a debatir con otros usuarios. En el PSC, destacan Miquel Iceta y los diputados Rocío Martínez-Sempere y Francesc Vallès; en ICV, los dirigentes Joan Herrera y Dolors Camats, y de la CUP, David Fernàndez, que respondió en un tuit la crítica que el líder de Podemos, Pablo Iglesias, le hizo en un mítin sobre su abrazo con Artur Mas el 9-N. Es también activo el dirigente del PP catalán Enric Millo, y el líder de C’s, Albert Rivera, que gestiona su propia cuenta.

El presidente de la Generalita­t no tiene perfil en Twitter. Y debe ser de los pocos políticos que no envía watsaps. De forma reciente, en la negociació­n con el líder de ERC, Oriol Junqueras, ambos se intercambi­aron mensajes SMS, una fórmula que, sea dicho, se considera poco segura, ya que no van encriptado­s. Para mantener la confidenci­alidad, mejor WhatsApp, que desde noviembre incorpora un sistema de cifrado muy seguro, al estilo de Telegram, la mensajería que eligen algunos políticos para preservar la privacidad.

Quien sí tiene un perfil en Twitter es el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y lo gestiona su equipo. Rajoy firma sus tuits con las iniciales MR. De hecho, el tuit que provocó en diciembre la réplica directa del líder del PSOE, Pedro Sánchez, no iba firmado, por lo que es posible que lo publicara alguna de las personas que llevan su cuenta.

Los tuits no deben ser altavoces para lanzar consignas; abren un canal bidireccio­nal Mas no tiene cuenta en Twitter; Rajoy sí, la gestiona su equipo, y él firma sus tuits MR Un tuit tiene más audiencia de la que se percibe; muchos nunca replican ni retuitean

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