La otra cara del “me gusta”
Los preadolescentes someten al juicio de Instagram su aceptación en el grupo
Tu eres más importante que la cantidad de “me gusta” que obtienes. Te lo prometo”. “Recuerda que cuando comentas algo on line todo el mundo lo ve y allí queda. Es como entrar en una cafetería llena a rebosar con un megáfono y una foto tamaño póster”. Son dos de los consejos recogidos en el decálogo realizado por la estadounidense Rachel Simmons, cofundadora del Girls Leadership Institute (Instituto para el liderazgo de las niñas) para que las chicas hagan un buen uso de Instagram, la red social de moda entre los más jóvenes. Consejos sencillos, casi evidentes, pero necesarios porque esta plataforma en la que se comparten fotos se ha convertido en una forma de medir la popularidad, la aceptación del grupo y el éxito. Y esto en la adolescencia y la preadolescencia puede ser un plato complicado.
Una reciente encuesta del banco de inversiones Piper Jaffray con más de 7.000 jóvenes estadounidenses de entre 13 y 19 años indicaba que Instagram es la red social que más se utiliza –el 76% está en ella–, mientras que el 50% utiliza Twitter y el 45% Facebook. En pocos meses Instagram ha desbancado a Facebook entre los adolescentes. Es la red en la que ellas y ellos comparten sus fotos, las comentan y dicen si les gustan, se siguen y son seguidos. Entra así claramente en juego la imagen y la aceptación, en una sociedad donde la obsesión por el aspecto físico empieza cada vez antes, presionando sobre todo a las niñas.
Las redes sociales, evidentemente, no son ningún problema en sí, pero amplifican los rasgos de la sociedad actual, para bien y para mal. Pueden multiplicar por tanto un cierto sentimiento de angustia en una edad –la pubertad, la adolescencia– de cambio físico, donde la propia imagen siem- pre ha tenido mucho peso, comenta Dolors Liria, psicóloga experta en redes sociales del Col·legi de Psicòlegs de Catalunya, en un momento de complejidad social y donde las pantallas han cambiado la forma de relacionarse. ¿Cuántos “me gusta” va a recibir esta foto? ¿Cuántos seguidores se tienen? ¿Qué comentarios se van a hacer?¿En qué fotos se va a aparecer? ¿Cómo me fotografío? Preguntas cuyas respuestas se convierten en medidores de popularidad y que pueden afectar la autoestima –o confundir lo que es–. Asimismo, debe de tenerse en cuenta que en las chicas la preadolescencia suele ser una etapa en el que cae la autoconfianza, debido a los cambios físicos que se producen.
Los adolescentes quieren estar guapos y sentirse guapos y esto no es nuevo, señala Liria. Es una forma de reafirmarse en un momento en el que los padres empiezan a pasar a segundo plano y lo más importante es la relación entre iguales. Esto ha sucedido
Muchas niñas vinculan el bienestar emocional a su éxito en internet Desde hace unos meses, esta plataforma es la más usada entre los jóvenes
siempre y antes se dirimía entre quién era más o menos popular en clase. Pero ahora todo es público, la privacidad no empieza cuando uno cierra la puerta de casa, y las redes no descansan, todo sucede rápido, de manera instantánea.
Echando una mirada, ellas y ellos no se fotografían igual. No son pocas las niñas que sin llegar a los 14 años aparecen sexis, pintadas. Es un espejo de la sociedad real que se ha ido construyendo, no nacido en las redes sociales sino por un bombardeo de mensajes de la sociedad adulta. La Academia Americana de Psicología ya alertaba en el 2007 en su
informe La sexualización de las niñas sobre los juguetes, las series infantiles, la publicidad que ya hace unos cuantos años han exaltado sutilmente el atractivo físico de las pequeñas incitándolas a parecer sexis, estar delgadas, ponerse determinada ropa cuando ni siquiera tienen conciencia de lo que esto significa. Es fruto, señalan los expertos, de la sexualidad obsesiva que se ha instalado en el mundo adulto, o por lo menos en su vertiente consumista y en su discurso oficial.
Es verdad que hoy se llega a una adolescencia muy temprana, señala la pedagoga Nora Rodríguez, y en buena parte es debido a los padres, que empujan a las niñas a ser mayores. Se está produciendo una elipsis de la pubertad, a las niñas no se les deja que vivan esta etapa de acuerdo con lo que es. Y en las redes sociales, además, pervive el machismo.
Por lo tanto, nadie debería sorprenderse del porqué de algunas fotos que se hacen las más jóvenes. Ni nadie debería asustarse, explica Nora Rodríguez, porque esto no significa que los adolescentes estén perdidos. La cuestión es que tengan también otros intereses y que, obviamente, el valor del respeto prevalezca en todo tipo de relaciones.
Es en esta línea en la que Rachel Simmons ha centrado su decálogo para las usuarias de Instagram de menor edad, unos consejos básicos que apelan al sentido común, ya que a veces la presión social hace olvidar las cuatro cosas básicas de la vida. Por ello recuerda que nunca se deben hacer comentarios negativos sobre el aspecto de alguien, ni hacerlos de fotos de alguien que no lo sabe, no quiere o puede sentirse agobiado por ello. Tampoco se debe eliminar a nadie de las fotografías. Asimismo, se anima a las menores de 14 años a mantener sus cuentas cerradas y sólo invitar a las personas que se conoce y, entre otras cosas, se recuerda que lo que no se diría a la cara de alguien no se puede decir tampoco en la red.
Estar conectados a las pantallas es una forma de ser libres. Igual que los adolescentes de hace ya unos cuantos años buscaron la libertad de otra manera. La cuestión, según se debatía hace unos meses en una jornadas del Institut Infància i Món Urbà, es que los adultos han creado unos instrumentos –las nuevas tecnologías– a los que los jóvenes han accedido en masa antes que los mayores sin manual de instrucciones. Ahora se ha introducido en el currículo escolar, pero como siempre ha sucedido, lo importante en la educación es la construcción de la persona.
Series, juguetes, publicidad... instigan la preocupación de las niñas por su físico “Eres más importante que los ‘likes’ que tienes”, señala una experta de EE.UU.