Videoclips: violentos, sexistas y vejatorios
Un estudio revela los valores negativos de los videoclips
Recibirás una bofetada si lo miras, zorra”; “jódeme y serás asesinado”, “tú no consigues esas chicas, tú no logras ese dinero”. La primera frase pertenece a un videoclip musical de la cantante Nicki Minja, la segunda, a uno del rapero Lil Wayne, y la tercera, a uno de Jennifer López y Pitbull. Y no son una excepción; porque en la mayoría de los videoclips musicales que consumen millones de jóvenes los mensajes son violentos, sexistas y vejatorios.
Así lo confirma una tesis doctoral titulada Industrias culturales y juventud en el sistema-mundo; el videoclip mainstream como mercancía y reproductor de ideología que ha defendido recientemente en la Universidad de Alicante el doctor Jon E. Illescas. Un trabajo que sostiene que en la mayoría de estos productos predominan contravalores como la agresividad, la violencia, el vocabulario soez y ofensivo, la competitividad permanente, el individualismo posesivo, la hipersexualización de las relaciones, la cosificación del ser humano, el gusto por la jerarquía, el culto a la riqueza material y al dinero como supremo fin de la vida. Pero además, añade este investigador, ninguno de los videoclips analizados “presentó mensajes que hagan referencia a los problemas de nuestro tiempo; ni crisis económica, ni desigualdades sociales, ni retos medioambientales”.
La investigación se realizó a partir del análisis de cualitativo y cuantitativo del contenido de 400 vídeos musicales divulgados entre los años 2007 y 2012. La selección incluyó los más vistos cada año en YouTube y los más premiados (premios MTV o Grammy). Junto al análisis de contenido, se realizaron entrevistas a grupos de jóvenes en Orihuela y en Madrid; y se investigaron los mensajes de páginas de fans de las principales estrellas musicales. A partir de ahí se establecieron categorías de análisis con los que se fueron identificando los elementos claves del discurso musical, tanto en lenguaje como en estética. Los resultados han sido, como reconoce su autor, “clarificadores de la tendencia cada vez mayor a banalizarlo todo”. De hecho, añade, el análisis de la evolución de los videoclips confirma que cada vez hay más culto a la riqueza, a humillar a las personas (son muchos los vídeos en los que se burlan de personas feas o discapacitadas), a potenciar el machismo, a tratar a la mujer como un objeto puramente sexual”. “Es como una antideclaración de los derechos humanos”, subraya.
Jon diferencia aún la mayor agresividad de los vídeos producidos en la industria anglosajona de los de la latina, “excepto el reggaeton, que también es un estilo muy machista y violento”. Puntualiza que los videoclips musicales de Alejandro Sanz o Shakira aún no tienen esos niveles de hiperviolencia o hipersexualización que se puede observar en los de cantantes como Britney Spears o Robin Ticke.
Este investigador alerta también de que el videoclip musical es el producto cultural más consumido por los jóvenes de todo el mundo, por encima del cine o las series de televisión. Pone por ejemplo el número de seguidores que tiene cualquier estrella musical, que es enorme frente a los que siguen a actores de cine o estrellas del deporte”. “Esta poderosa influencia se basa en el poder de atracción de la música durante la juventud y en el alto contenido sexual que tiene los textos audiovisuales; especialmente seductores para la época del desarrollo humano donde mayor es la producción de hormonas que afectan a la líbido”. Así, añade, jóvenes adultos se exponen como espectadores a la ideología del flujo del videoclip dominante. Concluye este investigador con una clara advertencia: “Desde un punto de vista educativo, es de resaltar que gran parte de los videoclips mainstream suponen una influencia cultural de dudosa valía para nuestros jóvenes”.