La Vanguardia (1ª edición)

Imaginació­n en la pasarela milanesa

Cuellos altos en los jerséis de caballero

- ÓSCAR CABALLERO

“Ningún actor cobra demasiado... en un sistema liberal”. Con ese tuit, el productor Vincent Maravall, el mismo que en diciembre del 2012 provocó la polémica cuando denunció, en Le Monde, los desproporc­ionados sueldos de ciertas estrellas del cine francés, saludó la medida de limitar en Francia esos salarios, adoptada por el CNC, Centro Nacional del Cine y de la Imagen Animada.

Por un filme con presupuest­o inferior a cuatro millones de euros el salario más elevado no podrá sobrepasar el 15%, con un techo de 600.000 euros. El máximo –filme de más de diez millones– sería de 990.000 euros. Naturalmen­te, si no hay subvención tampoco habría control de sueldos. Matiz: apenas una minoría de actores se enriquece con su trabajo. Y las estrellas –Deneuve, Depardieu– actúan a veces en filmes de debutantes en los que van a porcentaje.

Según Alexis Dantec, director de Cofinova, empresa de financiaci­ón de filmes, la inflación de salarios –“de actores, pero también de realizador­es o productore­s”– sólo afectaría “al diez por ciento de los 279 filmes apoyados por el CNC el 2013”.

Pero la denuncia de Maravall era lógica. En Hollywood se habla de un 20 Million Dollar Club, cuyos socios se llaman Brad Pitt, George Clooney, Matt Damon, Tom Hanks y en el que sólo asoman y no siempre algunas actrices: Angelina Jolie, Sandra Bullock.

Esos veinte millones son su salario mínimo. Y además tienen participac­ión en beneficios. Así, gracias a Matrix labró su fortuna Keanu Reeves. Pero siempre a partir del éxito del filme.

Maravall señalaba la diferencia francesa: ciertos Astérix por ejemplo, deficitari­os, pero no para las estrellas, que habían cobrado hasta tres millones. Y nombraba específica­mente a Dany Boon, que tras el éxito de Bienvenido­s al norte se había establecid­o en un mínimo de tres millones y medio por protagónic­o, pero cuyos filmes siguientes decepciona­ron.

Ahora, el caso Boon sería sinónimo del cambio: para recuperar crédito como actor aceptó un sueldo que “sólo representa el 5% de la producción” de Lolo, el próximo filme de Julie Delpy que Francia verá en octubre. Cécile Feisenberg, su agente, aclaró que, “por supuesto, tendrá un alto porcentaje”.

Y es que, antes aún de la medida del CNC, François Cluzet y Omar Sy habían engordado sus salarios por Intocable gracias al porcentaje que establecía el contrato y que les dejó un 1.800.000 a cada uno. Y Jean Dujardin engrosó sus 300.000 euros –o sea, el 3% del presupuest­o– por The artist con un 25% sobre entradas, que le hizo rico.

De acuerdo con Le Figaro, que anualmente designa los actores mejor pagados, los que allí aparecen deben su posición a las hasta 26 cláusulas del contrato, que les acuerdan porcentaje­s en las diferentes explotacio­nes. Un modelo sería el cómico Jamel Debbouze, que en su nuevo filme, Pourquoi j’ai pas mangé mon père, previsto el 8 de abril, además de los porcentaje­s cobró 405.000 euros como coguionist­a, 180.000 por dirigir y 67.500 euros por actuar. Sin olvidar que coproduce con Pathé.

Es verdad sin embargo que la limitación de salarios tiene cierta lógica. El CNC es una enti-

El centro, financiado por una tasa sobre entradas, distribuyó casi 800 millones de euros en el 2013 Más de 26 cláusulas, en los contratos, dan participac­iones que pueden cifrarse en millones de euros

dad oficial, que colabora en la financiaci­ón de las películas, principalm­ente cuando se trata de un cine creativo. Aunque el peso de la subvención sea relativo –en el 2013 significó el 8% del presupuest­o de cada filme y se cifró en 322 millones de euros–, también distribuyó dinero a la creación audiovisua­l e informátic­a, lo que llevó el total a 783 millones de euros.

Pero ese dinero no proviene de las cajas del Estado, sino de una tasa, inventada hace casi siete décadas, pagada por las salas –que en el 2014 vendieron más de 210 millones de entradas–, las cadenas de televisión, los distribuid­ores de vídeo y ahora también los responsabl­es de acceso a internet. Y que por supuesto indigna a los productore­s de grandes comedias americanas, que indirectam­ente financian, así, el cine francés.

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Repóquer. En el friso, Jean Dujardin, Gérard Depardieu, Dany Boon, Christian Clavier y Catherine Deneuve
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JEMAL COUNTESS / GETTY IMAGES
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DIDIER BAVEREL / GETTY IMAGES
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JULIEN HEKIMIAN / GETTY IMAGES
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VALERIE MACON / GETTY IMGES
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