Claridad ante las alianzas
El presidente de la Generalitat disparó la semana pasada el pistoletazo de salida de la campaña electoral de las municipales cuando anunció que las elecciones catalanas se convocarán el 27 de septiembre. Por tanto, los comicios locales serán los primeros de este año electoral y servirán de conejillos de indias para comprobar la fuerza real de los partidos clásicos, los pesos de los bloques soberanistas y unionistas, y la representación que obtendrán las formaciones emergentes.
La decisión de Artur Mas despeja también las dudas que había en su partido a la hora de confeccionar las listas municipales ante la posibilidad de una ruptura de la coalición nacionalista si la convocatoria electoral catalana se producía esta primavera. Ahora ya está claro que CiU concurrirá unida y evitará la debacle que hubiera supuesto su divorcio por la consiguiente división del voto. Una vez superada la cita de mayo y con el resultado encima de la mesa, Unió decidirá qué hacer: si embarcarse en la nave hacia la independencia de sus socios o soltar amarras e iniciar una singladura en solitario. En este último caso, será interesante ver cuántos concejales de UDC seguirían el camino de la ruptura teniendo en cuenta la amplia complicidad con el independentismo que existe en las filas democristianas del ámbito local.
La gran batalla se verá en Barcelona porque es donde el resultado electoral tendrá una lectura menos local y más general. El alcalde Trias (CiU) dice estar confiado en que ganará las elecciones y que podrá formar una amplia mayoría de gobierno que le garantice un mandato más tranquilo que el actual. Trias ha descartado un pacto con el PP y piensa
Los partidos deben definir sus prioridades de pacto, así los electores sabremos para qué servirá nuestro voto
que un acuerdo con ERC tiene opciones ya que para los republicanos será difícil explicar que apuesten por un gobierno de concentración con CiU en Catalunya tras el 27-S y dejen en la oposición a los convergentes en la capital.
No se ve tan claro en las filas republicanas donde hay cierto nerviosismo. El mismo día que los líderes de CiU y ERC escenificaron su reconciliación, el alcaldable republicano Alfred Bosch se desmarcó y anunció que su prioridad es echar a Trias de la alcaldía e intentar configurar un nuevo gobierno de izquierdas sumando con las probables nuevas incorporaciones en el Consistorio de Guanyem y CUP. La incógnita está en saber si estos nuevos partidos querrán pactar con Bosch, dado que su partido forma parte de la denominada casta como corresponsable de buena parte de las más de tres décadas en las que gobernó la izquierda clásica en Barcelona.
Es recomendable que los candidatos definan con claridad cuál será su prioridad a la hora de forjar alianzas políticas. En estas elecciones será más necesario que nunca que los electores sepamos para qué acabará sirviendo nuestro voto ante la gran fragmentación que habrá en el futuro Consistorio.