FANFIC ¿Cualquiera puede escribir una novela?
El fenómeno de la ficción escrita por fans desembarca en España y se entronca con las ‘apps’ de lectura
Los modos de narrar andan transformándose desde que el primer homínido se inventó una historia que llamó la atención de sus pares. En los países anglosajones, lo último –bueno, lo penúltimo– se llama fanfiction (o fanfic, abreviado) y llamó poderosamente la atención del mundo a principios de esta década con Cincuenta sombras de Grey, una de las novelas más vendidas de todos los tiempos, con más de 100 millones de ejemplares. Ahora, llega a España –con menos fuerza, claro– After, de Anna Todd.
¿Qué es la fanfiction? Son novelas escritas –primero en la web– por fans de otra novela, o de un grupo musical, o de una serie de televisión, etcétera, que cogen personajes de ficción, o reales, de esos otros contextos y les inventan una nueva historia. Así, la trilogía de Cincuenta sombras... es una fanfiction de Crepúsculo, la serie vampírica de Stephenie Meyer. Su título original fue Amo del Universo y eran historias subidas de tono de los protagonistas de Meyer, Edward Cullen y Bella Swan. La autora, E.L. James, en un momento dado, les cambió el nombre por Christian Grey y Anastasia Steele. La historia pasó de la web a ser una trilogía publicada como libro electrónico por una editorial virtual australiana. Dado su descomunal éxito, una editorial convencional, Vintage Books, lo publicó en papel en el 2012 y superó todas las marcas.
A raíz de aquel caso, “los scouts de las editoriales andan como locos buscando otros fenó- menos por internet”, explica Elena Neira, responsable de marketing y redes sociales de Roca Editorial. Pero la mayoría de saltos de la web al papel se estrellan.
En España la fanfiction está menos arraigada. Neira apunta que “la penetración de las plataformas como Wattpad es menor. Nosotros la vinculamos, sobre todo, al género de la novela romántica” con un auténtico ejército “de chicas que se autoeditan”. Además del género erótico, el juvenil y el fantástico producen toneladas de fanfiction. En cuanto a la forma, la autoedición, a través de plataformas como Amazon, es la opción favorita. La editora Julieta Lionetti, directora de relaciones editoriales de 24Symbols, opina que “la fanfiction es, en realidad, un largo comentario a una obra que uno ha leído, tan largo que se convierte en una obra derivativa. En los países anglosajones, el arte del comentario está bastante más
desarrollado que en nuestra cultura hispánica. Basta leer los comentarios de los lectores en los artículos de The New York Times, donde uno puede aprender más que sólo leyendo lo escrito por el periodista. Son verdaderas contribuciones a la conversación. No sucede lo mismo aquí. Si agregamos a esto el bajísimo porcentaje de lectores de la franja de 10 a 18 años, es difícil pensar en un florecimiento de la fanfic en el ámbito de la lengua española. Al menos con las características de boom que está teniendo en inglés. El foro español Fanficspain tiene sólo 83 me gusta en Facebook”.
Una característica es la publicación por entregas, como en los tiempos de Dickens, lo que permite calibrar al momento el éxito de los giros argumentales y personajes.
After, que ha presentado estos días su autora, Anna Todd, en Barcelona, Madrid y París, es el último ejemplo. A finales de este mes se publicará el tercer volumen, y el cuarto y último está anunciado para marzo. Se trata de una historia publicada originalmente en Wattpad, donde estaba protagonizada por el cantante del grupo One Direction, Harry Styles, cuyo nombre se ha transformado en Hardin para el salto al papel, quizás para evitar problemas legales sobre el uso de la imagen del músico. Pero, para Lionetti, “esta decisión no permite identificar la
fanfic con su modelo y tal vez haya contribuido a que After no tuviera el éxito que sus editores esperaban”. Pero After sí ha marcado tendencia en la red y ahora la mayoría de obras en los primeros puestos de Wattpad son las que utilizan a los personajes del mismo grupo musical. “Hace cinco años eran los vampiros, ahora One Direction”, ilustra Neira.
La calidad literaria no es el principal atractivo de estos productos, aunque cuando las novelas pasan a ser impresas mejoran, pues pasan por el filtro del equipo de edición del sello que las ha contratado. Lionetti se permite la ironía al comentar que, en cierto sentido, “la fanfic viene de la época clásica. José Antonio Millán ha escrito sobre el Quijote apócrifo como una obra de fanfic
tion, y no me atrevería a decir que la calidad del texto es baja en el caso de Avellaneda. Si, en cambio, hablamos sólo de internet, el texto deja de ser central. De lo que se trata es de lograr seguidores aguerridos, que comenten cada entrega, que sugieran nuevos derroteros, argumentos alternativos. Y amasar tantos seguidores como para crear una plataforma de autor que justifique el posterior merchandising”.
En el caso de After, el Grupo Planeta acompaña el lanzamiento con la app para móviles Serie After, que ofrece una serie de contenidos extras –las canciones que escuchan los personajes, fotos y vídeos con actores que representan escenas, planos de los lugares...–. El uso de la app es opcional, pero los lectores se la bajan por miles. Son productos dirigidos a “un público que cada vez tiene menos interés en la lectura tradicional –apunta Neira– pero sí realiza consumos más alternativos. Son todos esos chicos que ya no ven la tele pero pasan horas ante YouTube”. La fanfiction crea, asimismo, un nuevo gap generacional entre autores. Así, John Green
(Bajo la misma estrella) “alimenta cantidad de foros sobre fanfiction, animando a que se generen nuevas obras sobre los contenidos de sus libros”.
Neira tiene la sensación de que “se pervierte el sistema porque estamos vendiendo libros en tanto que fenómenos, pero en realidad no lo son todavía, al menos en el canal tradicional. Se abusa de la palabra fenómeno”.
¿Cuál es la ventaja de este nuevo modo de producir historias? Para Neira, “es la verdadera lectura colectiva, con comentarios e interacciones. Esta es la forma que ha adoptado la lectura social”.