La cómoda elección de Mattarella como presidente refuerza a Renzi
El nuevo jefe de Estado italiano compara el nazismo con el terrorismo actual
Italia tiene desde ayer un nuevo presidente de la República y un primer ministro más consolidado en su puesto. El democristiano Sergio Mattarella, de 73 años, exministro y juez del Tribunal Constitucional desde el 2011, fue elegido jefe del Estado con un respaldo muy superior a las expectativas. La jugada le salió redonda a quien propuso su nombre, Matteo Renzi, cuya posición al frente del Partido Demócrata (PD) y del Gobierno se ve reforzada.
Mattarella, un hombre con fama de prudente, discreto y de pocas palabras, marcó su estilo con sus primeras declaraciones, muy escuetas, cuando las presidentas de la Cámara de Diputados y del Senado fueron a comunicarle su elección. “El pensamiento va, sobre todo y antes que todo, a las dificultades y esperanzas de nuestros ciudadanos”, dijo. “Es suficiente esto”, concluyó.
Poco después, Mattarella realizó un gesto muy significativo. Aun antes de jurar su cargo –lo hará el próximo martes–, visitó las Fosas Ardeatinas, escenario de una matanza cometida por los nazis durante la II Guerra Mundial, para rendir tributo a las víctimas. De su breve comentario puede deducirse cuál será una de sus prioridades. “La alianza entre naciones y pueblo supo batir al odio nazi, racista, antisemita y totalitario, del cual este lugar es un doloroso símbolo –afirmó–. La misma unidad en Europa y en el mundo sabrá batir a quienes quieren arrastrarnos a una nueva temporada del terror”.
Mattarella obtuvo 665 votos sobre los 1009 posibles. Los electores fueron los diputados, los senadores y los delegados de las regiones, reunidos en el palacio de Montecitorio, sede de la Cámara de Diputados. El nuevo presidente no tuvo rival. A gran distancia quedaron el candidato del Movimiento 5 Estrellas (M5E), el magistrado Ferdinando Imposimato, con 127 votos, y el periodista Vittorio Feltri, con 46 votos, propuesto por la Liga Norte. Hubo 105 votos en blanco, de Forza Italia. El partido de Berlusconi quiso dejar constancia así de su irritación con Renzi por no haber negociado y consensuado el nombre de Mattarella.
El primer ministro, en efecto, mostró su astucia al marginar a Forza Italia y los grillini. No menos meritorio fue haber cohesionado al PD y haber conseguido, no sin dificultades, el apoyo del Nuevo Centro Derecha, el pequeño partido que se escindió de Forza Italia y que es miembro de la actual coalición de gobierno.
El siciliano Mattarella dejó la trinchera política en el 2008. Su elección confirma que en Italia los políticos pueden tener varias vidas y nunca hay que darlos por definitivamente jubilados.
Hijo del líder democristiano Bernardo Mattarella –varias veces ministro–, el nuevo jefe de Es- tado, jurista de profesión y católico practicante, saltó a la política tras el asesinato de su hermano Piersanti a manos de la Cosa Nostra, la mafia siciliana, en 1980. El hermano era gobernador de la región cuando lo mataron.
Mattarella ganó su primera acta de diputado en 1983. En 1987 era ya ministro de Relaciones con el Parlamento. Siendo Giulio Andreotti jefe del gobierno, Mattarella ostentó la cartera de Educación, pero dimitió en desacuerdo con una ley que bendecía el imperio televisivo de Berlusconi.
El nuevo presidente transitó por las formaciones que acogie- ron a los huérfanos de la desaparecida Democracia Cristiana (DC), primero el Partido Popular, luego La Margarita y finalmente el PD, que fusionó a los excomunistas moderados y a los democristianos de izquierda. Durante el Gobierno D’Alema, Ma- ttarella fue vicepresidente del Ejecutivo y luego ministro de Defensa. Durante su mandato se suprimió el servicio militar.
Según el diario La Stampa, Renzi dudaba de Mattarella por considerar que, por su timidez y carácter reservado, tendría poca empatía con la población. Pero Giorgio Napolitano le convenció diciéndole que la empatía también se aprende, como él demostró. El casi nonagenario expresidente puede haber sido clave en la apuesta por Mattarella, que es viudo, tiene tres hijos y seis nietos y, según dice quien lo conoce, lleva una vida de “monje laico”.
Parco en palabras, el recién elegido evoca “las dificultades y esperanzas de nuestros ciudadanos”