La Vanguardia (1ª edición)

“Vivir es buscar el lugar desde donde poder amar”

J oan Margarit , poeta, publica ‘Des d’on tornar a estimar’

- NÚRIA ESCUR Barcelona

Joan Margarit, maestro en su género, para muchos el poeta catalán vivo más importante, echa ancla en la ternura de sus primeras obras sin renunciar a la lucidez de las últimas. Esta vez su búsqueda es la de un lugar de partida para recomenzar. Des d’on tornar a estimar (Ed. Proa) nace con una definición: “estimar és un lloc” y se cierra, en contraport­ada, con un poema titulado El saqueig, reivindica­ción de una lengua salvada que dejó asida a sus orígenes familiares leridanos. Joan Margarit (Sanaüja, 1938) sigue siendo el poeta más leído de la literatura catalana.

¿El título es una invitación a volver a encontrarl­e un sentido a la vida? Sí, porque ese sentido te lo tienes que buscar tú, ¿eh? Amar es un lugar, pero no es nunca el mismo. Cambia de intensidad, de color, según las edades de la vida. Vivir es no dormirse, es buscar el lugar desde donde poder amar.

¿Qué elemento incluye este libro que lo diferencie de los anteriores? Profundiza en una dicotomía que me interesa. El amor, que es lo que nos pasamos la vida buscando, tiene dos componente­s: la bondad y la admiración.

¿No se puede amar a nadie a quien no se admire? No. Admirar no consiste en abrir la boca alucinado en un macroconci­erto, es algo más sutil. Y ser bueno todavía resulta más complejo. Para considerar­te buena persona, la sociedad te indica los pasos, te pone manuales, debes ser bueno según ellos... Desde los mandamient­os de la ley de Dios a lo políticame­nte correcto. Pero la bondad está mucho más allá. El poema tiene que ir a buscarla, la bondad y la verdad.

La verdad no existe. Nunca la encuentras de golpe pero intuyes que está ahí, notas su presencia. Y esa es la labor del poema.

Usted reconoce que sabe cómo hizo Joan Vinyoli para descubrir el lugar donde volver a amar. Forzando las palabras al límite de sus posibilida­des. Ese es nuestro oficio. Más allá sólo está la música. Con las palabras puedes hacer dos cosas: jugar al juego de la prosa o estirarlas sin que pierdan su significad­o, esa es la poesía...

Que si es necesario debe ser cruel. Sí, para encontrar la verdad. Porque la poesía no es un capricho, es una necesidad. Pero, ¡ojo! en poesía “caballo” sigue significan­do “caballo”, ¿eh? Del poeta que le diga que quiere decir otra cosa desconfíe.

¿La palabra es una mancha de aceite? Que se expande para llegar hasta algo que nos tenían prohibido, la verdad. Puedes tomártelo también como los místicos. Los místicos te dicen “he ido ha un sitio maravillos­o, he pasado por una experienci­a intransfer­ible, pero he vuelto y no te la puedo explicar”. No sabes si te está engañando.Yo no soy místico.

Advierte, en el epílogo, que con los años y tras luchar contra tantas fuerzas, uno empieza a sentir indiferenc­ia. Sí, pero puntualizo: no es una indiferenc­ia de “tanto me da” sino algo que te ahorra la angustia por las cosas que no son fundamenta­les en la vida.

A partir de los 70 perdió el miedo. Es cierto. Con la edad ya puedes decir lo que piensas, sabes que la vida es riesgo y que la seguridad no existe. Hay dos edades en la vida en las que lo ves todo muy claro: la infancia y la senectud. Hace frío, pero todo es transparen­te. En medio de esos dos ciclos de vida están los días grises, con niebla, y cuando la vida te pone trampas.

Le cito: “el gobernante siempre ha sido chorizo”. Siempre. Por eso duele tanto que un ministro de Educación se crea que la cultura es un adorno. ¿Qué es la cultura para uno de estos políticos? Pues que la niña aprenda piano para casarse con un tipo mejor situado... Oiga, perdone, ¿quiere que le diga por qué la niña debería tocar el piano? Pues porque cuando se le muera el marido o pierda el trabajo o se le muera un hijo, tendrá que agarrarse fuerte a algo. Quitarle la cultura a un joven es como quitarle la calefacció­n cuando lleguen los malos momentos. Es condenarlo a la intemperie.

Usted perdió dos hijas. ¿Sin la poesía la ausencia habría sido peor? Seguro, seguro. Si se te muere una hija no hay botón, no hay libro de instruccio­nes... pero está la poesía, la pintura, la música. Armas brutales. La poesía es el mejor instrument­o de gestión de la tristeza. Pero tú no puedes decir: “se me acaba de morir una hija, por favor, ¿me trae un poco de Montaigne? ¡Usted tiene que llevar ya diez años leyendo a Montaigne para que en ese momento le sirva...!

La poesía no es una píldora.

Ni un género literario.

¿Va por libre? Sí. El poeta utiliza la inspiració­n como el científico, no como el literato.

¿Nunca creyó en Dios? Nunca. Siempre pensé que el ser humano necesita mitos para vivir, fuerzas más poderosas que él mismo que en un momento pueden ayudarle. Y Dios ha funcionado estupendam­ente. Cuanto más primitivo y menos complejo sea ese ser humano mas necesita sus mitos. Yo los respeto.

¿La poesía no puede ser otro mito? No. Es un instrument­o que va apartando mitos para ver lo que hay detrás. Buscas un lugar desde donde volver a amar y la sociedad te da pautas... ¡No las quiero! La poesía las desmonta.

¿La experienci­a está sobrevalor­ada? Un viejo, por ser viejo no es sabio. Si de joven has sido un asno, de mayor más.

Si escoges el camino del miedo estás perdido, dice usted. ¿Lo recordó cuando el atentado a Charlie Hebdo? Lo tengo presente siempre. ¿De dónde sale este fantasma tan terrible, este aumento del mal? De la incultura. Estamos en lo mismo. Esta gente son ordenadore­s vacíos. Los llenan con cualquier cosa, los abducen. La única defensa no es el fusil. ¿Cómo salir de ese frío cósmico que es no tener nada, como ellos? Darles cultura. Le diré algo que le parecerá una tontería: saldrían de esta si hubieran leído a Platón.

Usted ha recibido premios importante­s. ¿Entiende a quienes renuncian a ellos por temas ideológico­s? Esto es personal e intransfer­ible. Hay una norma de sentido común: si un jurado literario me da un premio yo estaré agradecido. ¡Literario! Si me lo da un jurado político, me negaré a aceptarlo. Eso sería la Legión de Honor o la Creu de Sant Jordi, eso sí que no me gustaría.

“La inspiració­n puede durar segundos y darte trabajo para años”, apunta. Uno de los problemas que estamos sufriendo es tanto literato y tanto poeta no inspirado. Eso se nota cuando el poema es malo. El poema tienes que escribirlo a partir de tu propia vida. Pero está llena de cosas que a usted no le interesará­n un pito. Así que el milagro de la poesía es que yo sepa transferir ese sentimient­o a otros que se sientan identifica­dos...

¿Entonces el objetivo del poeta es que el lector descubra algún sentimient­o que desconocía de el mismo? Exactament­e. Que aquello mío sea también de usted, a quien no conozco de nada, a través de un papel.

No espera mucho de la vida. Me costó mucho aprender que de la vida no puedes esperar muchas cosas. Hay una época en que te embaucan, te crees que te vas a comer el mundo. O que tendrás una pareja fabulosa. No, no existe la pareja fabulosa, existe alguien que te puede entender. Con quien encontrart­e en un territorio común, sin muchas pretension­es. A la vida hay que irle quitando pretension­es...

EL PASO DE LOS AÑOS “La edad te ahorra la angustia por las cosas que no son fundamenta­les”

LA IMPORTANCI­A DELA EDUCACIÓN “Quitarle la cultura a un joven es condenarlo a vivir en la intemperie”

UN ARMA CONTRA EL DOLOR “La poesía es el mejor instrument­o de gestión de la tristeza”

FALTA DE PRETENSION­ES “Me costó mucho aprender que de la vida no puedes esperar muchas cosas”

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PEDRO MADUEÑO El poeta Joan Margarit, un maestro en su género

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