Abe no pasa de las condolencias por las muertes de la II Guerra Mundial
El primer ministro japonés hace historia al hablar ante las dos cámaras de EE.UU.
Shinzo Abe afirmó de entrada: “Tengo muchas cosas que decirles”. Pero matizó, con una pincelada de humor, que no se preocupasen sus señorías, que realizaría un ejercicio de contención.
Era la primera vez que un jefe de Gobierno japonés se dirigía a los legisladores de Estados Unidos en una sesión conjunta del Senado y la Cámara de Representantes. Al final, algunos lamentaron que Abe no hubiese ofrecido una disculpa de mayor recorrido respecto a controvertidas acciones cometidas por su país durante la Segunda Guerra Mundial. Calló, precisamente, lo que más deseaban escuchar sus señorías.
Tras explicar que estudió en California y que trabajó en Nueva York, el primer ministro recordó la visita que realizó este lunes al memorial con el que Washington rinde tributo a los caídos en el conflicto que acabó hace ahora siete décadas. Quedó impresiona- do por las 400.000 estrellas, expresión de otro tantos soldados estadounidenses que perdieron su luz en ese conflicto.
Lo vio “con profundo arrepentimiento” en su corazón, como “un símbolo del sacrificio” en defensa de la libertad. “La historia es cruel”, sentenció al introducir el momento cumbre y la máxima expresión de cómo dos enemigos se han convertido aliados.
“Queridos amigos, en nombre de Japón y de los japoneses, ofrezco mi profundo respeto y eterna condolencia por las almas de los americanos que murieron en la Segunda Guerra Mundial”.
El hemiciclo rompió en una prolongada ovación. Fue un instante cargado de simbolismo. Abe expresó pesar desde la misma tribuna que el presidente Franklin D. Roosevelt pidió la declaración de guerra a Japón en 1941, después del bombardeo a la base de la flota del Pacífico en Pearl Harbor (Hawái).
El primer ministro, sin embargo,se negó a dar un paso más, co- mo habían pedido diversos legisladores. Insistió en que su país no debe cerrar los ojos al sufrimiento de los asiáticos durante la guerra, pero no traspasó la marca establecida por sus antecesores.
“Los conflictos armados siempre han provocado que sean las mujeres las que más sufren -dijo–. En esta época, hemos de alcanzar ese mundo en el que, por fin, las mujeres están libres de los abusos contra sus derechos”.
Así lo dijo. Un comentario que no satisfizo a aquellos que llevan tiempo reclamando de Japón una apología concreta y clara por el uso de las denominadas “mujeres para solaz”. Esto es, las niñas y jóvenes que secuestraron y a las que sus soldados maltrataron, torturaron y abusaron sexualmente con escarnio y alevosía.
Este asunto sigue siendo materia muy sensible para China o Corea del Sur, otro muy buen aliado de la política de EE.UU.
“Es vergonzoso que el primer ministro Abe continúe evadiendo la responsabilidad de su Gobierno por la sistemática atrocidad que perpetró la armada imperial con esas mujeres”, replicó el congresista demócrata por California Mike Onda. Este legislador, de origen japonés, es uno de los abanderados en esta queja.
“El rechazo a encarar la historia es un insulto al espíritu de las 200.000 víctimas y es inaceptable”, subrayó Onda.
En su reunión el martes con el presidente Obama, Shinzo Abe se expresó de forma idéntica cuando un periodista le planteó directamente el asunto.
De manera que, pese a la profunda relación, todavía existen agravios. Otro reflejo de esta alta sensibilidad se manifestó hace sólo unos pocos días. Tuvieron que suspender una subasta de objetos recuperados en un campo de concentración donde Estados Unidos internó a los japonesesamericanos tras Pearl Harbor.
El primer ministro se quedó en la expresión de “profundos remordimientos” y un reconocimiento: “Lo que está hecho ya no se puede deshacer”.
En lugar de satisfacer las expectativas, Shinzo Abe elogió cómo de las cenizas ha surgido una gran alianza. “Enemigos que lucharon el uno contra el otro con tanta ferocidad han llegado a ser amigos unidos espiritualmente”.
Después de lanzar una pregunta –“¿No es esto un milagro de la historia?”–, el dirigente conservador se instaló en un terreno más cómodo. Abe se mostró bastante más efusivo al ensalzar el futuro de la alianza militar entre Japón y Estados Unidos. Y aún más al elogiar la bondad del tratado de libre comercio en el área del Pacífico, que afecta a doce países, un pacto que, al margen del entusiasta Obama. provoca escepticismo y oposición entre no pocos legisladores demócratas.
El líder nipón ensalza el papel de la alianza militar con EE.UU. y el tratado comercial en el área del Pacífico