Japón y EE.UU. redoblan su alianza
Próximo a cumplirse el 70.º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial, con la capitulación de Japón, un primer ministro de ese país, Shinzo Abe, ha comparecido por primera vez ante el Congreso de Estados Unidos al completo, con las dos cámaras reunidas, para expresar en nombre del pueblo japonés sus profundos remordimientos y sus eternas condolencias por las almas de los más de 400.000 estadounidenses que murieron en el conflicto.
La historia realmente es dura, reconoció Abe ante los parlamentarios estadounidenses. Pero, al margen de estos dolorosos recuerdos, su visita a Estados Unidos ha servido, como ha dicho Barack Obama, para sellar la verdadera amistad de los dos países que, setenta años después, tienen una alianza militar inquebrantable y una gran cooperación económica y comercial. Precisamente esta última se quiere ampliar ahora con la firma del tratado de libre comercio Asia-Pacífico, que englobará a doce países y que tendrá una dimensión equiparable al 40% del producto interior bruto mundial.
Lograr disipar las reticencias que la firma de este tratado provoca en Estados Unidos, principalmente entre las filas demócratas, que temen una gran pérdida de empleos por la mayor competitividad de los productos japoneses, ha sido uno de los principales objetivos del viaje de Abe. Obama se ha sumado a la defensa de este tratado de libre comercio diciendo que a Estados Unidos le interesa vender más a Japón, especialmente coches, algo difícil por las barreras proteccionistas que impone dicho país. Obama, al igual que Abe, quiere además que las dos cámaras legislativas estadounidenses aprueben un mecanismo acelerado para la tramita- ción de dicho tratado de libre comercio, con una aprobación o rechazo global, ya que un debate detallado de sus múltiples cláusulas retrasaría enormemente en el tiempo, incluso durante años, todo el trámite.
Abe y Obama, tras la visita del primero a la Casa Blanca, han puesto asimismo de relieve la solidez de la amistad entre Estados Unidos y Japón, también en defensa. Estados Unidos no quiere que el estrechamiento de las relaciones con Japón pueda ser interpretado como una provocación hacia China, aspecto este en el que Obama insistió, aunque reiteró que su alianza con Japón es inquebrantable y destacó su función clave en la paz y seguridad en la región de Asia-Pacífico.
China y Japón se disputan la soberanía de las pequeñas e inhabitadas islas Senkaku, en el mar de la China meridional. Estados Unidos está obligado a apoyar a Japón en todos los territorios, en virtud del tratado bilateral de defensa que mantienen, según puso de manifiesto el propio Obama, que expresó su inquietud por el hecho de que China no garantice la libertad de navegación en esas aguas y cause problemas.
En la misma línea de advertencias a China, Obama dijo que el proyecto de Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras, impulsado por Pekín, debe regirse por normas transparentes para que el dinero disponible no sea mal utilizado.
No ha ayudado nada a mejorar la tensión con Pekín el hecho de que Abe, en su discurso ante el Congreso estadounidense, no ampliase las disculpas de sus antecesores por la explotación en burdeles del ejército japonés durante la Segunda Guerra Mundial de más de 200.000 mujeres orientales, muchas de ellas chinas, tal como se esperaba que hiciera.