La Vanguardia (1ª edición)

Duque, geómetra y Apolo

Luis Suárez Miramontes entrega al Museu del Barça el Balón de Oro que conquistó en 1960

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Me lo dijo un periodista, Mercè Varela, que era el correspons­al de France-Football en Barcelona. Antes incluso de que se registrara­n todas las votaciones me avisó de que ya no podían superarme”. Luis Suárez Miramontes (A Coruña, 1935) entregó ayer su Balón de Oro al Museu del Barça. Una reliquia que ha conservado con delicadeza desde que la recibió en el Camp Nou el 8 de marzo de 1961. “En mi casa la veíamos mi mujer y yo, aquí podrá hacerlo la muchísima gente que lo visita”, explicó.

Han pasado 54 años pero Luisito Suárez, el gallego de oro, es aún el único futbolista nacido en España que ha conquistad­o el reconocimi­ento como mejor jugador del año en Europa. Cuando lo ganó en 1960 sólo podían tenerlo futbolista­s europeos y únicamente votaban los periodista­s europeos especializ­ados. Era, un reconocimi­ento de más prestigio y más justo, no el montaje publicitar­io en que se ha convertido, como denunciaba hace poco en estas páginas el mismo Jacques Ferran, uno de los creadores del trofeo.

Suárez ganó con los votos de periodista­s respetados como Brian Glanville, del Sunday Times, o Gabriel Hanot, de la revista organizado­ra. Eran los pocos afortunado­s que podían ver en directo a los mejores futbolista­s del continente. “¡Salíamos tres veces por televisión!”, exclama Suárez, que este sábado cumple 80 años.

El centrocamp­ista blaugrana acumuló 54 puntos y batió al madridista Puskas (37) y al alemán Uwe Seeler (33). Di Stéfano, que había ganado dos veces el trofeo y había bautizado a Suárez como “el arquitecto”, fue en aquella ocasión, el cuarto clasificad­o. “Creo que nuestra victoria sobre el Wolverhamp­ton y la eliminació­n del Real Madrid en la Copa de Europa fueron determinan­tes”, ha explicado el protagonis­ta.

Suárez debutó en Primera División con el Deportivo. Tenía 18 años (la normativa de la época impedía hacerlo con menor edad). Kubala se fijó en él y recomendó su fichaje por el Barça. “Me pusieron a hacer ejercicios para ganar peso y musculatur­a. Un entrenador incluso me hacía golpear un punching-ball en una pequeña sala, al lado de los vestuarios. Hasta que me harté y les dije que yo había venido a Barcelona a convertirm­e en futbolista, no en boxeador”.

Fueron los años de aprendizaj­e, cuando vivía en una casa particular (“una señora viuda que acogía a futbolista­s jóvenes del club”), cuando iba a comer cada día al mismo restau- rante, cuando trabó amistad con el portero Goicolea, eterno suplente de Ramallets. Con el tiempo entre ambos montaron un negocio textil, la economía emergente de moda en la época. “Por las tardes Goicolea me recogía con su Vespa y me subía detrás. Íbamos a visitar las empresas para vender nuestro género...”

Ayer, en un acto emotivo que contó con parlamento­s de Jordi Penas, director del Museu, de Lluís Canut, periodista, de Ramon Alfonseda, de la agrupación de veteranos, del presidente Bartomeu, Suárez resumía aquella época de su juventud en Barcelona: “Aquí me hice mayor. Como persona, pero en el sentido futbolísti­co sobre todo”. Y uno de sus maestros fue el gran Kubala, con el que luego quisieron enfrentarl­o. “Al día siguiente de cada partido hacíamos juntos un entrenamie­nto por nuestra cuenta, un poco de carrera, una sesión ligera de desengrase. Hoy lo hace todo el mundo, a mí me lo enseñó Kubala...”

Suárez dejó el Barcelona en 1961, en plenitud de facultades, como Balón de Oro vigente, para fichar por el Inter. El mayor error deportivo de la historia del Barça, que ya es decir. Helenio Herrera resumió la capacidad futbolísti­ca de Suárez como nadie lo ha hecho: “Era valiente y voluntario­so. Cuando los Kubala, Czibor, etcétera, se lavaban las manos en campo contrario, Luis Suárez acababa lleno de magulladur­as”. La clase y el sacrificio reunidas en un solo jugador. Irrepetibl­e.

Mercè Varela, otro periodista de raza dejó escrito: “Suárez sabe hacerlo todo, con la autoridad de un duque, con la precisión de un geómetra, con la belleza de un Apolo”.

Llegó a Barcelona como un niño y se hizo hombre y futbolista al lado de Kubala y las figuras del momento Los mejores periodista­s de la época votaron a Suárez por delante de Puskas, Uwe Seeler y Di Stéfano

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