Marcha atrás a la segregación
Israel cede a las críticas y suspende el plan de autobuses sólo para palestinos
Beniamin Netanyahu ha dado marcha atrás. Horas después de poner en marcha varias líneas de autobús separadas para árabes e israelíes en Cisjordania, el primer ministro israelí ordenó congelar el plan, que recibió fuertes críticas internas y del extranjero.
Ayer por la mañana, Netanyahu y su ministro de Defensa, Moshe Yaalon, que lideran uno de los gobiernos más radicales de la historia de Israel –la mayoría de ministros se opone a la creación de un Estado palestino mientras dure el tsunami islamista que ba- rre Oriente Medio–, se reunieron de forma extraordinaria y decidieron frenar el proyecto.
El martes, por orden de Yaalon, se inició el proyecto piloto en Cisjordania durante tres meses y en el que los trabajadores palestinos que acuden a Israel no lo harían en autobuses públicos junto a los colonos israelíes que habitan en la zona y soldados, sino que lo harían por separado en transportes especiales para palestinos.
“No hay que ser un gran experto de seguridad –dijo el ministro de Defensa– para entender que 20 palestinos dentro de un autobús con un chófer judío, junto a dos o tres pasajeros israelíes y un soldado o una soldada, pueden incitar a un atentado”.
Además de las críticas por algo que ha sido definido como una nueva forma de apartheid, las líneas separadas añadirían mucho tiempo al viaje de decenas de miles de trabajadores palestinos que todas las madrugadas se trasladan a Israel para trabajar, especialmente en el sector de la construcción.
En los últimos años, el Consejo de Colonos de Samaria, en el norte de Cisjordania, ha lanzado una campaña exigiendo autobuses públicos separados. Sin em- bargo, los principales oficiales del ejército han rechazado de forma contundente el argumento de los colonos, diciendo que si se trata de terroristas pueden llevar a cabo atentados cuando ya se encuentren dentro de terri-
El ejército israelí se había opuesto a las dos líneas de autobús para colonos y palestinos
torio israelí. Sin embargo, el pasado octubre, el ministro de Defensa, que también fue responsable de esta cartera en el anterior ejecutivo, aceptó las peticiones de los colonos. El problema del ministro era, sobre todo, el rechazo total del ejército ante estas medidas.
El martes se escenificó la foto de familia del Gobierno número 34 de Israel, el cuarto ejecutivo encabezado por Netanyahu. Ayer por la mañana hubo una gran tormenta en el Parlamento de Jerusalén y el recién nombrado viceministro de Defensa, Eli Ben-Dahan, confesó: “Estoy muy sorprendido por la suspensión de las líneas, nadie me informó al respecto”.
Incluso dentro del Likud, destacadas personalidades –como Gideon Saar– afirmaron que se trata de una decisión equivocada que provoca un daño enorme a la imagen de Israel y de aquellos que viven en Judea y Samaria (nombre con el que los nacionalistas judíos se refieren a Cisjordania).
El líder de la oposición, el laborista Isaac Herzog, subrayó que “la división entre palestinos y judíos en los transportes públicos supone una humillación innecesaria, una mancha en la imagen del Estado y de sus ciudadanos. Esto es como echar más leña al fuego del odio hacia Israel en el mundo”.
Ante el carácter halcón del nuevo Ejecutivo, Netanyahu no descarta convencer al partido de Herzog, el Bloque Sionista, para que se sume en el futuro inmediato a una coalición de unidad nacional. El viceprimer ministro, Silvan Shalom, que será el responsable de las negociaciones de paz con los palestinos (por ahora inexistentes), dijo ayer que, en conversaciones a
Era una exigencia de los colonos, y el proyecto sólo ha durado unas horas La medida alargaba los ya pesados viajes de los palestinos que trabajan en Israel
puerta cerrada, Netanyahu afirmó que tiene la intención de reanudar el proceso de paz. Herzog reaccionó con ironía: “A lo mejor habrá un proceso de paz, pero entre Netanyahu y Silvan Shalom”.
Shalom contestó: “Mis intentos de volver a la mesa de negociaciones están apoyados por Netanyahu. Se dice que hacen falta dos para bailar un tango, pero yo creo que lo primero es reunir a aquellos dispuestos a bailar. Mi impresión es que el primer ministro quiere entrar en el baile”.