Un caso polémico destapa las contradicciones de la política china sobre el segundo hijo
registrada la residencia familiar oficial. Pero sus quejas no fueron atendidas y las autoridades de Guizhou, donde trabaja, se mantuvieron firmes en su decisión de exigirle que abortase. El problema tenía su origen en que las dos provincias tienen criterios distintos a la hora de aplicar la nueva ley que permite tener un segundo hijo. Anhui autoriza a tenerlo si los cónyuges no tienen más de dos vástagos de matrimonios anteriores. Gizhou, en cambio, lo permite si sólo existe un hijo anterior.
La maestra y su segundo esposo, que trabaja en al aeropuerto de Guiyang, la capital de Guizhou, se aferraban al permiso de Anhui y al apoyo que recibieron de los internautas, ya que su caso provocó un amplio debate en las redes sociales, para defender su deseo de tener un hijo en común.
Ayer, por la mañana, Qin y Meng vieron recompensada su lucha. Las autoridades de Pekín se hicieron eco de la discusión en el ciberespacio y obligaron a Guizhou a aceptar el permiso otorgado por la provincia de Anhui.
El calvario vivido por Qin y Meng no es un