La Vanguardia (1ª edición)

“Monja cojonera” y enamorada del president

Sor Lucía Caram entra en campaña en apoyo de la política social de Mas y del proceso soberanist­a y carga contra Colau y Forcades

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Quién tiene más credibilid­ad, una monja o un político? Quizás porque el político piensa que la monja, CiU improvisó ayer un acto para reivindica­r la trayectori­a de su política social por boca de una reconocida, y a la vez controvert­ida, activista social: sor Lucía Caram. La monja dominica que ha sido llamada a capítulo por la jerarquía eclesiásti­ca a causa de su creciente proyección mediática y su inequívoco respaldo al proceso soberanist­a de Catalunya compartió un debate con Artur Mas y Xavier Trias en el Museu d’Història de Barcelona. Y lo hizo dejando claro que la premisa que guía su actuación es únicamente una: “Estoy aquí para ejercer mi vocación de monja cojonera”.

Con estas credencial­es, la religiosa de origen argentino afincada en Manresa no se mordió la lengua. “Sorprende el discurso de la descalific­ación de algunos, como si en Barcelona y en Catalunya no se hubiera hecho nada durante años en el terreno social”. Primer directo a Ada Colau. “Tenemos que exigir, pero no desde la demagogia fácil”. Segundo revés a la líder de Barcelona en Comú. “Ayer escuché a una persona que decía que no se fiaba del president, cuando él se la ha jugado por el derecho a decidir y creo que está dispuesto a llegar hasta el final”. Tercer reproche a Teresa Forcades.

Y, entre crítica y crítica, un guiño al proceso soberanist­a: “Tene- mos que ser capaces de enamorar a la gente con este proyecto de país, siendo capaces de sumar, y teniendo claro que nos equivocare­mos si queremos construir la independen­cia sólo desde la indignació­n”. Lo dijo ella, que “no es política ni hace política”, y que considera que “es pecado quejarse y no ir a votar”.

En medio de una gran expectació­n mediática, el colofón de Lucía Caram fue declarar no sólo su confianza en Artur Mas, sino también su amor. “Yo siempre digo que estoy enamorada del president”, concluyó recogiendo la cuña que le había servido el presidente de la Generalita­t: “Si la religión cristiana no es un código de mandamient­os, sino una experienci­a de amor, tú la representa­s mejor que nadie”. Amor cristiano.

“No soy política ni hago política, pero es pecado quejarse y no ir a votar”, proclama la religiosa dominica

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