Depresión detrás de la fachada
crisis. La mayoría de los pasajeros locales ya no son turistas; son jóvenes que deambulan por Europa en busca de empleo o ya trabajan fuera.
Detrás de la bella apariencia que su fachada litoral ofrece al visitante, Cantabria no acaba de ver claro su futuro por mucho que la economía muestre leves signos de reanimación o que Mariano Rajoy felicite al presidente Ignacio Diego por una “rápida” recuperación del empleo, apreciable sólo desde el optimismo.
Miles de cántabros han abandonado la comunidad ante la falta de expectativas. Según el afamado expresidente Miguel Ángel Revilla, en los últimos cuatro años los emigrados sumarían más de 25.000, de los que unos 11.000 son jóvenes en su mayoría con título académico.
Aunque Revilla exagerase –como sostiene el Gobierno del PP–, la realidad de una juventud sobrecualificada que se ve obligada a emigrar en masa es innegable. Cantabria tiene una buena universidad con casi 11.000 alumnos, pero carece de un tejido productivo capaz de absorber un porcentaje significativo de los más de 2.000 titulados superiores que cada año salen de sus aulas.
Tampoco es discutible la pérdida de riqueza de los cántabros. Si en 2011 su PIB per cápita superaba en dos puntos la media estatal, en 2014 cayó 8,5 puntos por debajo.
La ligera recuperación en ciernes lleva retraso respecto al resto del país. Afirman los expertos que es lo habitual. “Cuando los demás estornudan, nosotros seguimos sanos; pero cuando el resto se restablece nosotros continuamos con pulmonía”, señala el director de Cantabria Económica, Alberto Ibáñez.
Con una industria modesta y una ganadería en horas bajas, gran parte de las esperanzas de prosperidad residen en el turismo y de manera destacada en el de tipo cultural. Si los planes museísticos hoy en marcha salen adelante según lo previsto, la ciudad se convertirá en punto
EVOLUCIÓN ELECTORAL DE
El poder en las capitales ineludible del mapa europeo de las artes. Se trata del “anillo cultural” de Santander, ahora en construcción, con tres piezas excepcionales en su núcleo: el Centro Botín de Renzo Piano, la primera sede aso-
PSOE ciada del Reina Sofía –a partir del archivo documental Lafuente– y el ampliado Museo de Prehistoria.
Pero casi nadie en la región, salvo sus gobernantes, se muestra optimista ni siquiera ante estos deslumbrantes proyectos. Contratiempos y dudas en torno a cada uno de ellos alimentan el escepticismo fruto del ambiente depresivo creado por la crisis y la fuga de jóvenes. La incertidumbre sobre el 24-M y el inmediato futuro político de la comunidad es así mismo máxima. Sólo la victoria del PP parece cantada, pero ya sin mayoría absoluta. Le seguiría el Partido Regionalista de Revilla; el PSOE y, por primera vez, Ciudadanos y Podemos. El popular Íñigo de la Serna sí puede repetir mayoría absoluta en Santander.
Como en casi todas partes, los pactos serán imprescindibles. Pero ni los sondeos ni las escasas pistas ofrecidas por los dirigentes permiten aventurar el acuerdo más probable; máxime teniendo en cuenta que el aumento en el número de fuerzas con opciones de entrar en el Parlamento –cinco en lugar de las tres actuales– viene a coincidir con una reducción de su tamaño, de 39 a 35 escaños. Salvo sorpresa monumental, la disputa por la presidencia se jugará entre Diego y Revilla. Todo lo demás es incierto en Cantabria, incluido el futuro.