Construyendo futuro
El salón Construmat se redefine apostando más por la tecnología aplicada a las casas que por el ladrillo que dominaba antes de la crisis inmobiliaria
L’Hospitalet de Llobregat
Efilena Baseta muestra en Construmat su proyecto, desarrollado junto a Ece Tankal y Ramin Shambayati, una estructura que se expande o contrae recibiendo impulsos de electricidad. Su uso es estético, pero también es una forma de adaptar espacios a las necesidades de uso, hacerlos más grandes, más pequeños. “En el caso de colocarse en el exterior, en las mismas placas que forman la estructura pueden instalarse paneles solares”, señala Efilena, no muy lejos del lugar donde una impresora en 3D industrial crea piezas de construcción a partir de arena con aditivos.
No muy lejos se levanta un pedazo de fachada que es un continuo de jardineras llenas de musgo que, además de decorar, sirven para generar energía a partir de las bacterias que viven en él. Es un Construmat muy diferente a los de años interiores: prima la tecnología. Hoy y mañana, por primera vez, se abrirá al público no profesional.
El certamen, que se celebra hasta mañana sábado, ocupa tan sólo el pabellón del recinto de Gran Via de la Fira en l’Hospitalet. Un espacio muy reducido con respecto a lo que esta feria llegó a representar antes de que estallara la burbuja. Pero, ahora, los metros cuadrados no son lo más importante: lo que interesa es hacer negocios internacionales (de ahí la presencia de una quincena de delegaciones extranjeras y un foro de grandes obras mundiales) y adecuarse a las necesidades reales de la sociedad en su conjunto. Por eso, la gran apuesta por la rehabilitación y, sobre todo, la tecnología.
Construmat, que en su próxima edición pasará a llamarse Beyond Building Barcelona, se ha reorientado para dar soluciones a las ciudades inteligentes. “Ya es posible construir con robots o con impresoras en 3D, pero hasta ahora las máquinas siempre habían tenido que ser más grandes de lo que construían si no se utilizaban para crear piezas que se ensamblaban. Pero esto tam- bién está cambiando”, señala Mathilde Marengo, responsable de comunicación del Instituto de Arquitectura Avanzada de Catalunya (IAAC) delante de tres pequeños robots que, entre ellos, se coordinan para construir. Este es uno de los proyectos que se presentan en un espacio de innovación organizado por el IAAC y FabLab, en el mar- co del cual también se construye la Wikihouse, una vivienda de sólo 20 m2, edificada gracias a piezas de madera impresas. “La idea es que quien quiera se la pueda descargar, imprimir y hacérsela”, añade Marengo.
En el salón también se muestran cascos de obra con sensores —para saber dónde está en cada momento el trabajador, si está en movimiento o parado— o drones, que además de supervisar proyectos transportan material a cualquier altura.
La domótica ha dado paso a las casas conectadas, en las que la tecnología móvil predice las necesidades del inquilino con habitaciones y espacios que se adaptan a su estado de ánimo. Abundan más los sensores que los ladrillos, aunque de estos últimos también hay, y griferías, baños o baldosas. Materiales y productos en los que el diseño es cada vez más importante. Haciendo bandera de ese diseño, al certamen acuden empresas centenarias catalanas, como la barcelonesa Escofet, con más de 125 años de historia, que cuenta entre sus últimas creaciones con la baldosa de la nueva Diagonal.
El certamen, que se celebra hasta mañana, se abre por primera vez al público no profesional