La gran fiesta de Cervantes
Una fiesta contra la hipocresía, la beatería y la mentira social. Una fiesta protagonizada por un cornudo supersticioso interesado en gan ascendencia judía o mora o sean hijos ilegítimos no serán capaces de ver nada de lo que sucede en el teatrillo...
Son los tres Entremeses de Cervantes – La cueva de Salamanca, El viejo celoso y El retablo de las maravillas– con los que el actor, director y acadé- Una escena de los Entremeses de Cervantes dirigidos por José Luis Gómez las artes ocultas y con muy poco juicio a quien su mujer y su amante engañan como quieren. Una fiesta con un anciano dominado por los celos que tiene a su joven esposa encerrada, quien le acabará engañando delante de sus narices. Una celebración en la que una compañía de pícaros ofrece una particular función de títeres en un pueblo: avisan de que los que ten- mico José Luis Gómez conquistó al público hace ya 19 años en uno de los primeros espectáculos del recién creado Teatro de la Abadía de Madrid, y que ahora ha vuelto a montar: tras estrenarlos en Madrid y pasar por el Kennedy Center de Washington –con cuatro de los actores del reparto original, Elisabet Gelabet, Miguel Cubero, Inma Nieto y José Luis Torri- jo– ahora se pueden ver hasta el 7 de junio en el Romea de Barcelona.
Para conferirles unidad, José Luis Gómez hace que sean los propios habitantes de un pueblo los que deciden representar para ellos y sus convecinos a modo de fiesta –lo que permite al director introducir elementos antropológicos, bailes, trajes regionales, instrumentos, dichos– estos tres entremeses llenos de humor y de sátira social contra el racismo, contra la concepción del honor “como algo que está entre las piernas de las señoras” y contra “el cinismo de lo políticamente correcto en todas las sociedades, cuya aceptación conlleva un amortiguamiento de la propia conciencia”, denuncia Gómez.