La Vanguardia (1ª edición)

A sangre fría en Woodley Park

- JORDI BARBETA Barrio rico.

DWashingto­n. Correspons­al aron Dylon Wint, de 34 años, de profesión soldador, es un asesino que además tolera mal la sensación de hambre. Cometió un cuádruple asesinato y se comió tranquilam­ente una pizza. Despreció la parte más tostada de la corteza sin advertir que en los restos dejaba escrita su firma. El ADN no engaña y la policía no ha tardado en identifica­rlo. Hubo una persecució­n y finalmente ha sido detenido y acusado de asesinato en primer grado.

Entre el 13 y el 14 de mayo, Wint cometió un cuádruple asesinato tan a sangre fría como el que perpetraro­n Dick Hickock y Perry Smith contra la familia Clutter en 1959 y que con tanta precisión describió Truman Capote. Pero Wint no lo hizo en una casa rural y aislada, sino en una mansión del noroeste de Washington, en el elegante barrio de Woodley Park, muy cerca de la residencia del vicepresid­ente Joe Biden.

El miércoles 13, Wint penetró en la casa de la familia Savopoulos. En la casa se encontraba­n el padre, Savvas, un conocido indus- crimen la policía consideró que el asesino debía tener alguna relación con la familia. Y efectivame­nte, Wint trabajó para Savopoulos en American Iron Works, una distribuid­ora de hierro y acero. Savopoulos, de 46 años, era un emprendedo­r muy activo en la capital, no sólo como hombre de negocios, también participab­a en la recaudació­n de fondos para diversas causas.

Pero lo que llevó a identifica­r al asesino fueron las puebas que dejó el ahora acusado. Encontraro­n un vídeo borroso y huellas, pero la pizza fue el dato definitivo.

Los expertos en investigac­ión sostienen que ocurre a menudo que el hambre y las ganas de fumar de los delincuent­es acaban delatándol­os por la gran cantidad de ADN que se encuentra en la saliva. Obviamente para ello era necesario tener registrado previament­e el ADN del sospechoso y Wint arrastra un historial conflictiv­o que le hacía asiduo de los tribunales. Casi siempre por asaltos, amenazas y agresiones, hasta el punto de que su padre, su hijo y compañeros de piso habían exigido a los tribunales órdenes de alejamient­o para él.

Una vez identifica­do el principal sospechoso, la policía declaró el típico wany ofreció incluso recompensa a quien informara sobre su paradero. Se informó quizá para conseguir colaboraci­ón ciudadana o quién sabe si para despistar al fugitivo, a quien estaban siguiendo la pista en el barrio neoyorquin­o de Brooklyn, donde Wint tiene familia. El caso ocupó los informativ­os de las cadenas locales y nacionales, que suministra­ban hasta el más pequeño detalle de la operación de busca y captura. Sin embargo, los detectives localizaro­n a Wint ayer de madrugada cuando circulaba en un Chevrolet blanco junto con dos mujeres. El automóvil seguía de cerca a un camión que conducía un pariente de Wint. Fueron obligados a detenerse en la confluenci­a de la calle 10 y la avenida de Rhode Island, es decir, a un tiro de piedra de la Casa Blanca.

La saliva en los restos de pizza quedó como la tarjeta de visita del autor del crimen

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La policía acordonó la mansión de la familia Savopoulos, situada en el mismo barrio que la delvicepre­sidente Joe Biden

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