La Vanguardia (1ª edición)

Jornada de reflexión

-

Hoy es la jornada de reflexión. Si me lo permiten haré mi reflexión en voz alta. Mañana hay elecciones municipale­s en todo el país y unas cuantas autonómica­s en la Península. Mi reflexión es sobre la ciudad de Barcelona, aunque se puede extrapolar a otros lugares.

Parece que Barcelona está de moda, algunos dirigentes dicen: “Barcelona está en el mundo” y con ello supongo que quieren decir que estamos en primera página como ciudad, pero ¿qué debe querer decir “en primera página”?

A veces, la respuesta es que tenemos muchos turistas que vienen a vernos y compran cosas y dejan su dinero. Creo que eso no es malo en sí mismo, tan sólo de-

R. MARGARIT, pende de la magnitud y de la trasformac­ión de la ciudad que ello implique.

Por ejemplo: ahora tenemos un paseo de Gràcia repleto de tiendas de lujo a las que tan sólo puede acceder ese 1% que disfruta del otro 99%. Eso no parece bueno ni para la ciudad ni para la ética de los que la gobiernan. Era agradable el paseo de Gràcia, desde siempre, aunque en estos momentos mucha gente se puede sentir excluida, no para pasear, pero sí para poder comprar alguna cosa asequible.

Otro ejemplo son los pequeños comercios de toda la vida en los barrios, comercios familiares que pasaban de padres a hijos y que están cerrando por el mismo motivo por el que “Barcelona está en el mundo”, es decir, los precios de los alquileres aumentan de tal manera que los propietari­os no pueden seguir con su pe- queño negocio. Las buenas ciudades, a mi parecer, cuidan el buen vecindario, en el sentido de que se crean relaciones entre las viviendas y los pequeños comercios de su alrededor; no es así con las grandes superficie­s comerciale­s por razones obvias: allí es comprar, pasar por caja y pagar.

Y también es necesario decir que no es una buena ciudad aquella en la que los niveles de pobreza crecen, la que tiene una cantidad ingente de pisos vacíos por los desahucios y la paradoja que aún existen viviendas de protección oficial vacías y sin adjudicar.

La buena ciudad debe serlo para todos, es decir, con un empleo con condicione­s salariales dignas, una vivienda y unos servicios públicos –sanidad y educación– sin exclusione­s. Y no un gran escaparate de lujo.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain