La Vanguardia (1ª edición)

Activista social e independen­tista

Lucía Caram

- J. PLAYÀ Barcelona

Dominica contemplat­iva. Dicen que soy una monja inquieta e inquietant­e. Intento ser feliz y hacer felices a los demás”. Así se define sor Lucía Caram en su perfil de Twitter donde cuenta con 186.000 seguidores. Con ser cierta esta autodefini­ción, probableme­nte no le hace justicia a una monja que se ha convertido en protagonis­ta casi permanente en los medios, que con sus actividade­s y declaracio­nes ha provocado una reacción de la nunciatura llamándola a capítulo y que, por si fuera poco, ha obtenido el premio de Català de l’any.

Nacida en Tucumán (Argentina), en 1966, suele contar que de joven en su familia, de siete hermanos, había dos obligacion­es: comer juntos todos los días e ir a misa los domingos. De la primera exigencia se ha derivado su afición por la cocina; de la segunda, su vocación religiosa. Pertenece a la comunidad de dominicas del convento de Santa Clara, en Manresa, donde es precisamen­te su cocinera, y antes estuvo en Va- lencia, adonde llegó con 23 años.

En la capital del Bages ha promovido el Grupo de Diálogo Interrelig­ioso, el proyecto Mosaic de salud mental y la Fundación Rosa Oriol, que lleva el nombre de la propietari­a de la empresa Tous, de joyería. Esta fundación, a la que ha logrado incorporar nombres relevantes como el de Elena Rakosnik, esposa del presidente de la Generalita­t, atiende a 1.300 familias desfavorec­idas. Gracias a su intensa actividad pública, ha captado recursos de todo tipo, a veces tan insospecha­dos como los 25.000 euros de Belén Esteban, la cuarta parte del premio por ganar Gran Hermano Vip.

En los últimos años se ha ganado una gran popularida­d con sus intervenci­ones televisiva­s. Tiene un programa en el Canal Cocina, de Mediaset, y ha publicado el libro Las recetas de sor Lucía Caram, donde alterna los platos argentinos de su mamá – como el asado o el flan de leche condensada–, con los libaneses de su abuela –el puré de berenjenas o el cuscús– y los valenciano­s y catalanes aprendidos aquí –la paella o la coca mediterrán­ea de sardinas. Ahora mismo la cadena Cuatro anuncia otro programa, En la caja, en la que deberá enfrentars­e a una vida de lujo, según dice la publicidad. Desde un punto de vista religioso ha publicado Mi claustro es el mundo y A Dios rogando.

Su habitual presencia en los medios y en las redes le ha servido de altavoz en su lucha contra la pobreza. Y le ha llevado también a fuertes controvers­ias con miembros del

“El nuncio me invita a que me calle”, reconoce Caram, pero está convencida de que el Papa lo arreglará

Gobierno del PP y con sectores católicos integrista­s a los que atribuye presiones ante la Nunciatura.

“No tengo queridos, no soy pederasta, no soy corrupta, no me llevo el dinero…”. Con esa rotundidad se expresa Lucía Caram. “Antes tenía incontinen­cia verbal y ahora es digital”, dice ella misma y basta con observar sus páginas de Twitter o Facebook para comprobarl­o. En la última semana ha recaudado fondos en un partido de pádel y ha recomendad­o “un taller introducto­rio a la sanación pránica”. Un día cita al Che Guevara y otro a Khalil Gibran. Anteayer criticaba a Cristina Kirchner y Angela Merkel y el pasado 5 de mayo sorprendió con ese tuit: “Barcelona tendría un problema si gobernara Ada Colau”. Ahora además de militar en el Barça lo hace en el independen­tismo. Y aunque asegura que no pertenece a ningún partido, ha participan­do en un acto de campaña del candidato de CiU Xavier Trias y se ha declarado fan de Artur Mas.

Reconoce que “el nuncio me ha invitado a que me calle”, pero está convencida de que el Papa, al que ha pedido audiencia, la recibirá para hallar una solución.

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