‘Grüss Gott’, eurofans
Viena mima a los entusiastas de Eurovisión con pantallas y ambiente de villa olímpica
El festival de Eurovisión mima a los eurofans, que a su vez son mimados por la ciudad que alberga el festival, en un círculo virtuoso que a todos parece beneficiar en este mundillo de emociones intensas con indudable impacto económico. Viena bien lo sabe y por eso vibra con el certamen –que esta noche celebra su gran final en la Wiener Stadthalle–, con pronósticos que hierven, defensas entusiastas de una u otra melodía, y pasión por un espectáculo televisivo cuya audiencia puede llegar a 200 millones de telespectadores de 45 países.
Grüss Gott, el típico saludo austriaco y también bávaro, traduci- ble por “Dios (te) saluda”, resuena en las bienvenidas a todos los establecimientos. “Es la bomba, va a ser un espectáculo fantástico; me encanta la coreografía que nos piden al público cuando suena Building bridges”, dice excitadísimo Kurt, un eurofan alemán que ha venido de Munich a Viena en tren para disfrutar también el fin de semana.
Ayer tarde se hizo el ensayo general, al que tenían acceso la prensa acreditada y también diversos grupos de eurofans del continente que –gracias a sus páginas web propias o a sus revistas de club– han recibido acreditación periodística.
Building bridges (construyendo puentes) es el lema elegido por la televisión pública austriaca, ORF, para esta 60.ª edición, y ahí tienes electrizado al público del ensayo, puesto en pie en las gradas, bailando obedientemente el sonsonete. Al otro lado del gran escenario, la llamada green room (en los teatros, el espacio donde los artistas aguardan su turno de salir a escena) está ahora vacía. Conchita Wurst, la barbuda ganadora de Eurovisión el año pasado, ejercerá de anfitriona de ese espacio de sofás blancos, después de volar por los aires mediante cable desde una peana central. A estas alturas, su omnipresencia comienza a resultar excesiva.
Pero encandila a muchos eurofans, donde abunda el colectivo gay, uno de los motores de la popularidad del festival. Los eurofans en general son gentes entusiastas que lo mismo se marcan un flashmob con su cantante de referencia –la representante de TVE, Edurne, tuvo el suyo esta semana con españoles ante una estatua de Mozart, quien de haberlo visto se habría quedado perplejo–, que jalean cualquier actividad en el Eurovillage, frente al Ayuntamiento, donde se vive un ambiente de villa olímpica.
La Oficina de Turismo de Viena ha invertido 1,2 millones de euros en proyectos relacionados con el concurso paneuropeo y espera un retorno de unos 26,5 millones de euros. “Ninguna campaña de marketing en el mundo habría significado un impulso tan positivo para la imagen del país”, dijo esta semana Ulrike RauchKeschmann, portavoz de Turismo de Austria.
Se estima que veinte mil personas verán la transmisión en directo en las pantallas de la plaza del
La capital de Austria ha invertido 1,2 millones en proyectos en torno al festival, y espera un retorno de 26,5 millones