La Vanguardia (1ª edición)

El sismógrafo

-

gas. “Es una segunda oportunida­d”, dice. Sorprende que lo diga una mujer de sólo 26 años.

A los políticos les pediría lo que este jubilado y este empresario tienen a manos llenas: empatía con los que sufren. Personas como su hijo, explica, deberían tener las necesidade­s básicas cubiertas, y no siempre las tienen. “¿Qué pasará el día que yo falte? ¿Por qué mi hijo no recibe ni un euro de la ley de Dependenci­a? ¿Por qué no se invierte más en la conciliaci­ón laboral y familiar? Todos los Dylan del mundo necesitan un casal donde estar cuando salen del colegio y hasta que sus padres regresen del trabajo. La situación es todavía más grave cuando se trata, como en mi caso, de familias monoparent­ales”. Este diario informó el día de Navidad del 2014 y el pasado 20 de abril sobre los voluntario­s de Sense Sostre, que salen una noche a la semana a repartir comida entre los sintecho. Las aparicione­s en este y otros medios de comunicaci­ón han disparado la cifra de personas que se interesan por las actividade­s de la oenegé (sense-sostre@hotmail.com, así, con guión). Este lunes, a las 19 horas, en el restaurant­e Pomarada, paseo de Gràcia, 78, se celebra la próxima charla informativ­a.

Carles Rodríguez, propietari­o de una fábrica de trofeos deportivos, cofundó ahora hace siete años la entidad, un sismógrafo que registra las sacudidas de la nueva indigencia. “Empresario­s, universita­rios y mileurista­s –afirma– también pueden verse de la noche a la mañana en la calle, sin nada”. Le avergüenza la demagogia y la falta de sensibilid­ad de quienes quieren eliminar la pobreza eliminando a los pobres.

Su lista completa de exigencias al nuevo gobierno municipal (viviendas sociales, fomento de la enseñanza pública y de la FP, sanidad para todos, lucha contra las desigualda­des, persecució­n de las mafias que explotan a los pobres…) no cabe en estas páginas, pero se resume en una frase: “Que el bienestar social sea una realidad, y no una aspiración”. Como Luna, la hija de Lola, aunque no lleve sus apellidos y no haya roto los puentes con su otra familia, la biológica. En eso se diferencia­n la adopción y la acogida. La historia de amor entre Lola y Luna se explicó ahora hace justo un año (“Campaña en favor de las familias de acogida”). A Lola le indigna que Catalunya destine tan sólo el 0,9% del PIB en protección a la infancia y que la Unicef calcule que tres de cada diez niños catalanes sean pobres, lo que representa un total de 430.000 menores de 18 años.

Lola pide que releamos la cifra, 430.000, y que recordemos que la Generalita­t sólo ampara a 7.056. “¿Qué pasará –se pregunta– con los otros 422.944? ¿Cenan todas las noches? ¿Estudian? ¿Son felices? Las obras de la Diagonal, la reforma de la plaza de las Glòries, la de General Mitre… Todo eso está muy bien, pero la primera inversión debería ser el futuro. Y ellos son el futuro. Estamos a la cola de la UE en la reducción de la pobreza infantil, sólo por delante de Grecia. ¿Cómo permitimos que se debata sobre la lista de espera de los hospitales y no sobre la lista de espera de los hogares?”

Muchos candidatos a ofrecer su casa quizá no se atrevan por miedo a que un día sus niños regresen con la familia biológica si se soluciona la situación que motivó que Benestar Social asumiera la tutela. Es un riesgo, sí, pero así es la vida, llena de riesgos. Además, amar no es poseer. Y, como dice El Principito, “dar amor no agota el amor, por el contrario, lo aumenta”. Lola y Luna, cuatro años ya juntas, son la prueba.

 ?? LLIBERT TEIXIDÓ ??
LLIBERT TEIXIDÓ

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain