MUNICIPALES
En este estado de cosas, los candidatos de los partidos del pelotón, aquellos que quedan por detrás de CiU y de BComú en las encuestas, trataban de defenderse de la ofensiva que desde arriba de la tabla trata de pescar en sus caladeros.
Jaume Collboni, el candidato del PSC, aleccionaba ayer por la tarde a los suyos sobre la nula experiencia de Ada Colau para gobernar una ciudad como Barcelona. “Quizás tengan buenas intenciones –admitía–, pero no tienen buenas soluciones”.
La principal preocupación de los socialistas, aceptada la derrota en su intento de tratarse de tú a tú con Trias y Colau, es lograr ser el tercer grupo en el Ayuntamiento de Barcelona, por delante del Partido Popular. A medida que se acerca la hora de la votación, el riesgo de quedar como cuarto grupo se va abriendo paso no tanto por demérito del PSC como por mérito del PP que, al parecer, estaría recuperando la intención de voto que antes se había decantado ya por Ciutadans. Ninguna de esta corrientes es definitiva pero los sondeos de los partidos detectan un retorno que puede reforzar al Partido Popular en detrimento de la candidatura de Carina Mejías. a la que, al inicio de esta campaña, alguna encuesta la llegó a situar como tercera fuerza política.
La volatilidad del escenario político es impresionante. Tal vez pocos recuerdan que hace medio año ERC y su candidato, Alfred Bosch, aparecía como el partido llamado a disputarle a Trias la alcaldía de Barcelona. Ahora, ERC parece haber perdido fuelle, al menos en la capital catalana. Por su parte, la CUP , a medida que ha avanzado la campaña, parece estar en condiciones de consolidar su entrada en el salón de plenos de la Reina Regente. No obstante, habrá que ver qué efecto puede tener el llamamiento al voto útil de última hora de los activistas de la candidatura de Ada Colau.
En este escenario móvil y fragmentado, las sumas y restas de los eventuales pactos empiezan a cobrar sentido. Por de pronto, ayer Trias aseguró que “no le haré la cama” a una lista más votada que no sea suya. Collboni ya dejó dicho hace días, antes que nadie, que no impedirá la investidura pero tampoco prevé apoyar a otro candidato. Bosch insistió en que respetará la tradición política barcelonesa de la lista más votada. Y Colau aseguró que “no participaremos en ningún tipo de mercadeo electoral”.
La pregunta, ante tantos candidatos decididos a no prestar el apoyo al adversario, es: ¿cómo se va a gobernar la ciudad hasta que se aclare es paisaje político general catalán –el 27-S– y español –con las generales? Todo es tan confuso que ayer Collboni aseguraban en una conversación informal que estaba por llamar a todo el mundo el día 25 y proponer un gobierno de concentración siempre y cuando sea neutral en el ámbito de la política nacional, para pasar al menos los primeros meses sin paralizar la ciudad.
El candidato intuye un resultado que podría exigir un gobierno de concentración Al final, el PP parece beneficiarse de una cierta recuperación a cuenta de Ciudadanos