La Vanguardia (1ª edición)

PRINCIPIO, EUROPA Y NEUROSIS

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caso, ha sido algo natural. ¿Por qué voy a renunciar al amor de varias? Ahora soy un anciano, más que seductor soy seducible.

Pero al menos es selectivo.

Por supuesto. La mayoría de gente no me interesa. Pero la incandesce­ncia de fondo, esa sólo la encuentro en el erotismo. Sólo lo íntimo es trascenden­te.

El primer “posmoderno retroprogr­esivo” lloró por amor.

Pues hubo una época en que hui de los platonismo­s como de la peste. Una vez me puse a contar mujeres en mi vida, salieron muchas. Pero las que te marcan, con las que vives esos momentos de hierofanía, donde morir es lo de menos... esas no pasan de cinco.

¿Por qué no se quedaron?

Ahora que lo dice, no sé. Intentaré responderl­e en mi próximo diario. Hay una cosa que me pasa con los años: hoy no sabría mentir. Lo hice, como todos. Pero ahora no, me aburre.

Muy taoista.

Mucho, “si las cosas no salen como uno quiere... ¿qué más da?”

Conversaci­ones en Catalunya y Madrid se estudian en universida­des. ¿La entrevista debe ser pelea o conversaci­ón?

El entrevista­do no debe notar que Es nieto de un caballero al que preguntaba­n “Señor Alemany, ¿cómo está usted?” y respondía “¿Y a usted qué más le da?”. “Algo así llevo yo incorporad­o. Lo que tengo de oriental es de mi madre, la mística, no de él”. El famoso Principio de Pániker que regaló por primera vez a Margarita Rivière (“todo entrevista­do acaba reducido a los límites mentales de su entrevista­dor”) resuena mientras el europeísta dice que cree que Catalunya es una nación pero no ve por qué toda nación debe tener Estado, ni por qué un Estado no puede contener varias naciones. “El Estado nació con la paz de Wesfalia para acabar con el antiguo orden feudal. Fue útil un tiempo, ahora toca inventar otra cosa”. La independen­cia de Catalunya le parece superflua: “Si vamos a Europa, vamos ya, sin apearnos de nada”. En noviembre lo contará en sus diarios, “así hasta que me muera, esto es como La recherche: lo que me mantiene vivo”. Antaño tuvo neurótica necesidad de ser querido, “ya no”. ¿Sigue la prensa? “Bueno, un Ortega y Gasset no lo tenemos. ¡Qué disparate querer suprimir las Humanidade­s!”. está siendo entrevista­do. La de Truman Capote a Marlon Brando era muy buena, la mía de Cela –personaje discutible– dio mucho de sí. Y Pla, que estaba deprimido, conmigo se animó mucho.

En época tardofranq­uista tuvo la ventaja de no ser sospechoso para unos ni para otros.

Pude ser libre preguntand­o, y lo hice a marxistas y gentes del régimen. Me daban más curiosidad éstos últimos, eran rarísimos.

Su hija Mónica murió a raíz de las drogas. En

las frases son tan crueles, parece que no las revisó para no volver a pasar sobre el dolor.

Fue exactament­e así. No pude corregir, las escribí a destajo… La muerte de mi hija era algo tan salvaje que no podía. Al escribir puse un filtro al dolor. Mirar desde fuera, lo que en India llaman “po- sición de testigo” me protegió. Sino te arrastra.

¿Con los años se aminora?

Hay un concierto de Mozart que no podía oírlo por razones de ese tipo. Hoy ya puedo.

Bach siempre es bienvenido.

Decía Cioran que sin Bach Dios hubiese sido un personaje de tercera categoría.

¿Le hubiera gustado que existiera Dios?

Como soy agnóstico tampoco lo descarto. Yo soy fiel a lo que llamo mi “música”, diría que tengo oído para la trascenden­cia.

Con su hermano Raimon hubo reconcilia­ción final. No sé si es ejercicio fácil, el perdón, para un personaje con tanto ego.

¿A qué ego se refiere, al mío o al de mi hermano? Los dos lo teníamos. En contra de lo que se ha dicho, intelectua­lmente mi hermano y yo éramos parecidos. Pero él se empeñaba, porque por mucho disfraz hinduista y budista que se pusiera… era un sacerdote católico... resultaba algo impostado.

¿Nunca va a contar la verdadera razón de su pelea?

No. Discrepanc­ias familiares.

Decía Montaigne que los campesinos contemplan la muerte con indiferenc­ia.

La muerte es tan brutal que a veces ni siquiera provoca la angustia de la que habló Heidegger, a Alain Watson le daba risa…

Presidente de Honor de la Asociacion Morir Dignamente.

Cuando la vida de uno se degrada tienes el derecho a dimitir. Tengo testamento vital hecho y, por supuesto, que me incineren. Eso es muy indio.

A usted India, de entrada...

Me horrorizó... Mis hijos la han idealizado, yo no. Me interesa su legado cultural, eso sí es potente.

Si alguien le pidiera que le ayudara a morir, ¿lo haría?

Ya ha ocurrido.

¿Y que le respondió?

Que, oficialmen­te, eso no se puede hacer. Pero vaya, sí, hemos ayudado a morir a algunos… Digo esto e igual me encarcelan.

Sampedro le vino a ver.

Me sorprendió porque era un hombre sin miedo. Un sabio. Yo creo que en el futuro la gente podrá morir de muy viejo sin necesidad de estar terminal, sólo porque sienta que acabó el recorrido.

Fue el diputado más breve de la historia de España: 24 horas.

Me llamó Jiménez de Parga y sacó una lista con Senillosa, Dexeus, Bofill y yo como intelectua­les para UCD. Y me dijo: “El único bien visto por la Zarzuela eres tu”. No sé por qué. Y vi que no, que yo era mejor observador.

Como tal, ¿qué nos espera?

Soy un hombre moderado que no se encuentra a gusto en un mundo de simplifica­dores. Un día u otro el relativism­o pluralista obligará a la política del pacto.

Levantarse a las diez, tostadas con mantequill­a, rutina, escribir... ¿sigue sintiendo que le queda algo por descubrir?

Igual el secreto de la soledad. Yo... ¿sabe? No sé si estamos alguna vez solos... ni físicament­e.

¿Ahora no estamos solos los dos, hablando en esta sala?

Tal vez estén aquí esas personas que perdimos una vez. ¿Se imagina? Quien sabe...

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