La Vanguardia (1ª edición)

Ford, Juan Carlos y el fantasma del 31

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Cuando el rey Juan Carlos realizó su primer viaje a Washington, en junio de 1976, para explicar los planes de apertura política tras la muerte del general Franco, tuvo que responder a muchas preguntas de la Administra­ción Ford, bajo la atenta mirada de Henry Kissinger, el poderoso secretario de Estado de los años setenta. El presidente Gerald Ford, miembro del Partido Republican­o, sucesor de Richard Nixon tras la dimisión de este en 1974 por el caso Watergate, había recibido semanas antes un minucioso informe sobre la situación española, remitido desde Madrid por el embajador Wells Stabler, un documento que algunos historiado­res de aquel periodo consideran el verdadero guión de la transición.

“¿Ha pensado usted en convocar unas elecciones municipale­s libres como primer paso para el restableci­miento de la democracia en España?”, le preguntaro­n al joven monarca español. Juan Carlos de Borbón respondió negativame­nte y comentó que las elecciones municipale­s tenían una historia problemáti­ca en España. En un libro muy valioso sobre las coordenada­s de aquel tiempo ( Estados Unidos y la Transición española, Universida­d de Cádiz, 2011), la historiado­ra Encarnació­n Lemus sitúa esa respuesta en una de las conversaci­ones del Rey, acompañado por el ministro de Asuntos Exteriores, José María de Areilza, con Ford y Kissinger. La prioridad municipal

Enric Juliana quedaba desestimad­a, les dijo. El plan era otro: legalizaci­ón de los partidos, elecciones legislativ­as para definir el marco general, y después, las municipale­s.

La misma escena aparece referida en un reciente libro del periodista barcelonés Marc Andreu ( Barris, veïns, democràcia, L’Avenç, 2015), en el que el autor cita los memorandos de aquellas conversaci­ones, depositado­s en la Biblioteca Presidenci­al de Gerald R. Ford. Palabras del rey de España: “Tendremos elecciones nacionales antes que las municipale­s, para no repetir el error de mi abuelo en 1931. Las elecciones nacionales serán el próximo otoño (1976) y las municipale­s tendrán lugar la próxima primavera (1977)”.

El proceso fue más lento. Las primeras elecciones generales democrátic­as tuvieron lugar en junio de 1977 y las primeros comicios municipale­s libres no se convocaron hasta abril de 1979, una vez aprobada la Constituci­ón (1978). No hubo aventuras. Primero se redefinió el marco general, con el invento de las autonomías, y después se abrió el portón municipal, con la mayoría de los consistori­os franquista­s en estado de putrefacci­ón. Ello obligó a buscar una solución especial para Barcelona, donde la presión popular era muy fuerte. El alcalde transitivo José María Socías Humbert contribuyó a evitar que la olla a presión estallase.

Las elecciones municipale­s nunca han sido banales en España. Tampoco lo van a ser hoy.

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