Pasen y voten
Hoy votamos, hoy decidimos. Superando dudas o a pesar de ellas, aclarando o manteniendo incertidumbres, cerramos un periodo electoral plano sólo alterado por las provocaciones de los más descarados. Ha sido un tiempo sin paréntesis en el que la vida ha seguido como si tal cosa planteando nuevos problemas sin resolver los anteriores. Cansados nos tienen, aburridos estamos. También por un modelo de campaña, más vieja que tradicional, un proceso más antiguo que rompedor, imágenes del túnel del tiempo hechas por mecanismos anestesiados para que todo siga igual mientras en las redes sociales se insulta a destajo. Y los que dicen que sí, que van a cambiarlo todo, nos dibujan un horizonte de nostalgia por aquello que pudo haber sido y no fue o de maquillaje con sombra aquí, sombra allá. Bolero o pop, al final, todo es una canción entonada por candidatos estereotipados por desechables reglas de juego. Cronómetro o debates cerrados a los resultados de hace cuatro años reviviendo el día de la marmota. Acciones amparadas por unas juntas electorales declarando permanentes estados de excepción. Ni banderas, ni manifestaciones, ni inauguraciones. Como si el ciudadano fuera un bien escaso a proteger y su limitación una incapacidad a tutelar. Definitivamente, más que “de” libertad, tenemos un problema “con” la libertad. Y no sé si la aparcamos por lo que nos obliga o la orillamos por lo que representa. A pesar de todo, esto no es un canto a la abstención, al contrario, porque probablemente somos víctimas de ella.
Cerramos un periodo electoral plano sólo alterado por las provocaciones de los más descarados