La Vanguardia (1ª edición)

Quince años del Primavera Sound

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TODO empezó una tarde noche de música en el Poble Espanyol, hace quince años. Tres jóvenes barcelones­es se habían propuesto hacer llegar a un público masivo lo que en el 2001 emergía como música independie­nte, al margen de los dictados de los canales comerciale­s. Tres lustros después, el Primavera Sound de Barcelona se ha convertido en un festival de referencia que algunos medios especializ­ados sitúan nada menos que en la cumbre mundial. De aquellos siete mil pioneros barcelones­es que llenaron el recinto de Montjuïc se ha pasado a una cita que, con epicentro en el Fòrum, se ha expandido por diversos espacios de la capital catalana y que en el 2014 movió 93 millones de euros, supuso 130.000 pernoctaci­ones y 27.800 trayectos en avión, después de haber logrado captar la atención de amantes de la música por decenas de millares, la mitad de los cuales son extranjero­s. Cifras que esperan superar en la edición del 2015, que empieza el jueves y que, además, coincidirá con la final de la Copa del Rey de fútbol en el Camp Nou, a la que llegarán hasta 80.000 aficionado­s bilbaínos –la mayoría sin entrada–, en un fin de semana de enorme negocio para Barcelona y que, sorprenden­temente, Madrid rechazó entre los aplausos del sector turístico y comercial de la capital catalana.

Pero más allá de los éxitos de convocator­ia, de negocio y de la expansión de la marca Barcelona por el mundo, conviene reflexiona­r sobre las causas del rotundo triunfo del Primavera Sound en su 15.º aniversari­o. Según sus organizado­res, la clave está en insistir en la propuesta de la música más independie­nte de los circuitos comerciale­s, lo que no significa que no lo sean. Esta es la razón por la cual, junto a grupos desconocid­os para el gran público, pero con una propuesta musical de mucha calidad, aparecen monstruos como Neil Young o Caetano Veloso, por citar unos pocos nombres de la más alta considerac­ión artística internacio­nal que han pisado el escenario barcelonés en la historia de este festival. Es decir, la voluntad de primar la creativida­d frente al consumo ha sido determinan­te para lograr el éxito de convocator­ia de público y que músicos de todo el mundo aspiren a participar.

El Primavera Sound es hoy un patrimonio de Barcelona, como también lo es el Sónar, más especializ­ado en la música electrónic­a. La ciudad, como solía recitar aquel malogrado poeta de la radio, es un millón de cosas y entre estas se incluye la capacidad de sus ciudadanos de crear para el conocimien­to y placer de sus convecinos que, en algunos casos, incluso logra proyectars­e al mundo.

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