La Vanguardia (1ª edición)

Narcís Comadira

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A Jordi Cardoner le llamamos a la mañana siguiente de que el FC Barcelona haya ganado el título de Liga. Al margen de los resultados, me temo que la preocupaci­ón es saber si Luis Enrique va a continuar como entrenador y si Josep Maria Bartomeu podrá ejercer de presidente si de la imputación se pasa a la condena, al ritmo Speedy González que lleva este caso (a favor de la celeridad, pero en todos los juicios).

Cardoner, nieto de Nicolau Casaus, piensa que sí a la continuida­d del entrenador y que sí a la continuida­d del presidente si es escogido en las urnas. Ante la más que probable salida de la junta de Javier Faus por motivos profesiona­les, Cardoner se postula como número dos en la candidatur­a de Bartomeu en las elecciones que se convocarán los días posteriore­s a la final de la Champions en Berlín. Por cierto, la junta ya ha negociado con los jugadores que deben viajar a Chile a jugar la Copa América (Messi, Neymar, Alves, Mascherano, Suárez….) retrasar el viaje un par de días para celebrar una rúa por las calles de Barcelona en caso de victoria en Berlín. A Comadira lo encuentro en el TNC después de gozar de L’hort de les oliveres, un texto que ha escrito a petición de Xavier Albertí, director artístico del TNC. Comadira ha visto, por fin, la representa­ción ya que me asegura que el día del estreno le devoraron los nervios y ni disfrutó, ni tan solo la presenció. Vio la obra entre bambalinas en una pequeña televisión. Le muestro mi euforia por este “hort”, por esta dirección impecable, por esta escenograf­ía y por este cuadro actoral mezcla de enormes talentos veteranos (Carles Canut, Oriol Genís, Mont Plans, Antoni Comas o Mercè Arànega) con jóvenes (espléndido­s Rubén de Eguía en esta enorme y terrible escena final, Aina Sánchez, Ricard Farré, Marta Ossó, Robert González…). Comadira comparte estudio con Arànega y Albertí. Hablamos de la obra y confirmo que si quieren ver para qué sirve un teatro público de calidad vayan a la sala gran del TNC. El amor y la muerte de la cultura catalana en noventa minutos. Un vodevil, una opereta, un Shakespear­e, un Chéjov, un Evangelio, una sardana, una lucha, una derrota…. “Teatro del bueno”… y público, efectivame­nte. Chiki-Chiki.

Hoy Guille Milkyway ha venido al programa para hablar de la historia del Festival de Eurovisión y me cuenta que su canción preferida de los sesenta años de música de este concurso musical ha sido Ding a Dong, de un grupo llamado Teach In, que representó a Holanda en la edición del año 1975. Vale la pena escucharla.

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