La Vanguardia (1ª edición)

Mito de una falta cómica

- GUILLE ÁLVAREZ

JOSEPH MWEPU ILUNGA (1949-2015) Exjugador y entrenador de Zaire, leyenda del Mundial’74

La memoria colectiva reserva un lugar muy elevado a Mwepu Ilunga, defensa de la llamativa selección de Zaire, que se clasificó para el Mundial de 1974 disputado en la RFA y protagonis­ta de una de las jugadas más cómicas del fútbol moderno. El exjugador falleció el 8 de mayo en Kinshasha, capital de la actual República Democrátic­a del Congo, a los 66 años.

Los hechos ocurrieron un 22 de junio a media tarde. Minuto 78 de partido, con 3-0 en el marcador favorable a la vigente campeona Brasil, en un duelo sin consecuenc­ias aparentes. El árbitro señala un libre directo, Rivelino y Jairzinho discuten sobre quién hará los honores y, mientras tanto, como un rayo, nuestro protagonis­ta sale disparado a por el balón cuando el colegiado pita y lo despeja a las nubes ante la sorpresa de todos, forjando así un mito de los mundiales. El paso del tiempo cicatrizó la jugada como un suceso gracioso de un futbolista ignorante, desconoced­or de las normas. Sin embargo, la historia que esconde detrás no es ningún chiste, es una leyenda incomprend­ida. Lo nunca visto sobre un terreno de juego, saldado con una amarilla, era en realidad un acto desesperad­o de un jugador enfadado.

“Quería provocar al árbitro. Quería que me mostrara la tarjeta roja”, confesó Ilunga en una entrevista en L’Équipe el año pasado. Los leopardos habían arrancado con una derrota por 0-2 ante Escocia, felices con su rendimient­o a pesar del mal resultado. Las cosas se torcieron cuando se enteraron de que no iban a cobrar el dinero que el dictador Mobutu Sese Seko les había prometido.

En señal de protesta se “dejaron ganar” por un abultado 9-0 ante Yugoslavia, una de las peores derrotas de la historia. “Dos horas antes del saque inicial no queríamos jugar. Entonces llegaron las amenazas. Nos dijeron que o jugábamos o nos encerraban en un calabozo. Salimos al campo pero saboteamos el resultado”, explicó. La corrupción y la envidia, apuntó, hizo que la federación se quedara con su dinero.

Al dictador no le sentó bien la goleada y envió un mensaje claro a los jugadores: “Si perdíamos por 0-4 ante Brasil, ninguno podría volver a casa”, recordó Ilunga a la BBC. Decidió cometer una estupidez para ir a los vestuarios: “No tenía ningún motivo para seguir jugando y ver cómo esa gente se quedaba con mi dinero mientras miraban desde la tribuna… conocía muy bien las reglas, pero el árbitro fue muy indulgente”.

Nacido en 1949 en el Congo belga el jugador fue una de las figuras deportivas más importante­s del país. Más allá de la famosa acción, como jugador ganó dos Ligas de Campeones de la Confederac­ión Africana (CAF) con el TP Mazembe, el club de su vida. Con 21 años se consolidó en los leopardos, la selección que ganó la Copa África en 1974 y que fue protagonis­ta kitsch en el Mundial de Alemania Occidental. Más tarde ejerció de entrenador, ocupó el cargo de asistente del equipo nacional y fue responsabl­e de seguridad durante la CAN 2015.

“Quizás es injusto que se le recuerde solo por esto, aunque él siempre se lo tomó a broma”, aseguró el internacio­nal de la RD Congo, Gabriel Zakuani. En los entrenamie­ntos, siempre que iban a practicar los lanzamient­os de falta, los jugadores buscaban la mirada cómplice de Ilunga, del que se llegaron a vender camisetas y otros souvenirs de culto.

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ROLLS PRESS/POPPERFOTO / GETTY

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