Detroit, ciudad de hipsters y ruinas
El arte es la apuesta para el renacer de la devastada urbe
de pagos municipal más grande de la historia en 2103, propuso vender alguna obra de la colección DIA para recuperar los 18.500 millones de dólares que la ciudad debía a los bancos.
Vender el gigantesco mural –una obra de superficie mayor de un kilómetro cuadrado que cubre las cuatro paredes del patio del museo– parece inimaginable. Pero en Detroit, una ciudad de aspecto apocalíptico pese a una nueva campaña de marketing que anuncia su inminente renacimiento, las cosas inimaginables ocurren cada día. “Nos chantajeaban; decían que si no colaborábamos seríamos el museo rico frente a los jubilados pobres que habrían perdido sus pensiones”, explica Graham Beal, el director del DIA. “Estábamos preparados para luchar por cada cuadro”.
Detroit finalmente salió de la quiebra gracias al llamado Grand Bargain –gran acuerdo– negociado con una veintena de instituciones filantrópicas encabezadas por las fundaciones Ford y Kellogg que donaron 366 millones de dólares, para evitar la catástrofe. “Los buitres estaban sobrevolando el DIA y eso movilizó a las élites culturales para rescatar la ciudad también”, dice Thomas Sugrue , sociólogo urbano de la Universidad de Princeton especializado en Detroit.
Ahora, el Ayuntamiento y las fundaciones pretenden que el arte sea el catalizador del renacimiento de Detroit. Buscan desesperadamente una clase creativa. La Fun- dación Knight de dos millonarios coleccionistas de Miami ha invertido 19 millones para apoyar la instalación de jóvenes artistas. La fundación Hudson Webber dará becas a 15.000 “jóvenes de talento” y el proyecto Challenge incentivará a una treintena de “líderes emergentes” este año para que se instalen en Detroit. Miles de artistas y galerías, huyendo de los alquileres
Detroit estuvo a punto de venderse el mural de Diego Rivera de la fábrica Rouge de Ford
disparados de Brooklyn y San Francisco, han respondido. La galería Galápagos se ha deslocalizado desde Brooklyn para instalarse en una vieja central eléctrica en Corktown, cerca de la ruina de la estación central de Michigan, postal predilecta de la oferta turística postindustrial. Puede ser el nuevo foco de gentrificación en la ciudad. El primero fue el Downtown con sus rascacielos déco de Albert Kahn convertidos en apartamentos de lujo por el billonario inmobiliario Dan Gilbert, acusado por el gobierno federal de hinchar la burbuja anterior. Luego, el Midtown en torno al DIA, y al nuevo Museo de Arte Contemporáneo, rodeado de galerías con nombres sugerentes como La Hija del Carnicero. El promotor español Fernando Pala- zuelo, afincado en Lima desde la quiebra de su inmobiliaria en España, puede hasta alojar una galería de arte en la vieja fábrica de Packard junto con un centro de entrenamiento de pilotos de drones.
La nueva exposición en el DIA – Diego Rivera y Frida Kahlo en Detroit (15 de marzo al 12 de julio)–, que incluye los enormes bosquejos del mural, así como las primeras