La Vanguardia (1ª edición)

El décimo obstáculo

Nadal afronta la enésima defensa del título en Roland Garros

- MARTA MATEO

Dos horas pacienteme­nte esperando a su ídolo. Bola de tenis en mano, comproband­o constantem­ente si el rotulador permanente funciona. “¡Rafa!”, corean al unísono los cientos de niños que se agolpan alrededor de la pista número 4. Dentro, Rafael Nadal saluda a Tommy Robredo, quien ha hecho la puesta a punto con él, y cuando el catalán se marcha, vuelve a pista. Una derecha. Otra. Otra más. “¡Rafa! ¡Toni!”, aúllan ya los niños, que ven que el momento de estar cerca del rey de la tierra es inminente. Ahí sigue el nueve veces campeón, el dueño y señor del Bois de Boulogne, sumando un winner tras otro, concentrad­o. No presta atención a la jauría, sólo tiene ojos para sus balas amarillas, que dispara con fuerza, casi con rabia. Esta es la primera vez que el de Manacor llega a París sin un título europeo en tierra. El arranque de 2015 ha sido complicado, siempre a remolque por un final de 2014 plagado de imprevisto­s y lesiones. Una temporada que de momento tiene amo, un Novak Djokovic que viene dispuesto a cerrar el círculo y conseguir el único Grand Slam que le falta. Con todos esos ingredient­es en el ambiente, el ahora número siete del mundo se enfrenta al más difícil todavía. Un cuadro de infarto con el serbio en el horizonte de cuartos y un territorio con espinas de duda e insegurida­d.

“Llevo muchos años superando obstáculos y ahora trataré de superar uno más”, avisa con tranquilid­ad. “Cuando deje de tener la ilusión por mirar los problemas a la cara y decirles que quiero volver a superarlos será el fin. No es hoy. Todo lo contrario. Me vienen una serie de retos importante­s por lograr y estoy decidido y determinad­o a conseguirl­os”, apunta des- pués Nadal, que se estrenará ante el francés de 18 años Quentin Halys, invitado por el torneo y número 304 del mundo.

Su tío y entrenador, Toni Nadal, que se ha hecho selfies con los más pequeños, se muestra de acuerdo con su sobrino. “La situación es buena, su juego no es malo. Ahora nos faltan resultados y aunque no es un cuadro fácil, tenemos que esperar”. Siempre relativiza­ndo los momentos de altibajos, el técnico refresca la memoria de los más escépticos. “Cuando hemos llegado con dudas, normalment­e ha logrado jugar muy bien la segunda semana y eso ha disipado todo lo demás. Si el juego es bueno tienes opciones de ganar y te lo llegas a creer”.

Hay un dato suficiente­mente revelador. Nadie ha logrado semejante récord en la tierra de los Mosquetero­s. Aquí Nadal ha ganado 66 partidos y ha perdido 1, por lo que borrarle de la quiniela es osado e incluso insultante. Sin embargo, el mallorquín no entra en polémicas. “No siento que sea el máximo favorito, pero soy uno de los candidatos y eso hace que la presión sea compartida. Este año es diferente, pero el objetivo es el mismo: ganar el torneo”.

Para Toni, el abanico de aspirantes no es tan amplio como dicen las apuestas. “Djokovic ha demostrado que es el mejor y el que tiene más oportunida­des de ganar. Luego está Murray. Rafael también está en ese grupo de favoritos con Ferrer, Berdych, el propio Wawrinka si juega bien… depende. No es sólo ganar, es ganar siete partidos. Uno puede ganar a cualquiera, pero ganar siete veces cuesta”.

Es una cuestión de fe. Son siete partidos. Siete finales. Aunque desearía tener las piernas del ya lejano 2005, algo con lo que Toni bromea –“si tuviéramos eso, tendríamos mucho camino ganado y si mi abuela tuviera dos ruedas, sería una bicicleta”– los galones de Nadal tienen un peso suficiente como para infundir respeto absoluto. Derecha a derecha. Golpe a golpe. Hasta que arranque su reconquist­a, él seguirá disparando sin parar sus balas amarillas.

“Llevo muchos años superando obstáculos y ahora trataré de superar uno más”, explica Nadal “Cuando hemos llegado con dudas, normalment­e ha logrado jugar muy bien la segunda semana” “Soy un candidato y el objetivo es el mismo: ganar el torneo”, dice el manacorens­e

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