La Vanguardia (1ª edición)

Aguas revueltas

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Manel Pérez Francisco González, el presidente del BBVA, es de los que pronostica­n que con las actuales tendencias tecnológic­ofinancier­as, en menos de un lustro quedarán en España tres bancos y en 15 años no quedará ninguno en el mundo. El banquero gallego se refiere con este vaticinio al efecto de las empresas tecnológic­as que operan en la red, Google, Facebook, Amazon, Apple, sobre un sector maduro como el bancario. Es una más de las variables que encuadran la actividad bancaria en esta época de cambio.

Pese a los océanos de dinero que el Banco Central Europeo (BCE) está inyectando en los mercados financiero­s, las aguas andan revueltas, muy revueltas en la banca europea y mundial. Gobiernos e institucio­nes resaltan estos días el retorno a la normalidad de las economías de la eurozona, pero en el sector financiero se viven días de inquietud.

Los mercados mundiales de dinero están lanzando señales equívocas sobre un creciente clima de insegurida­d y retraimien­to, reflejado en estos pasados días con turbulenci­as en las cotizacion­es de la deuda pública de los estados de la eurozona y en las cotizacion­es bursátiles. Los más pesimistas creen que son los síntomas previos de una crisis financiera cercana e interpreta­n los últimos anuncios del rior a los años de euforia y burbuja. La clientela está aún sacudiéndo­se el peso de una deuda insoportab­le, considera peligroso volver a la ventanilla del crédito y desconfía de los operadores financiero­s tradiciona­les.

Los bancos no apuestan en los mercados pero al mismo tiempo atesoran más dinero líquido que nunca. Esa es la paradoja del negocio bancario actual, exceso de liquidez con dificultad­es para invertir. Todo banquero sueña con una demanda creciente y

Los bancos viven en la paradoja de tener más liquidez que nunca sin poder invertirla de forma rentable El producto lanzado por Ana Botín inicia una guerra que no todos los bancos van a poder mantener

solvente de crédito con un buen margen de beneficio. Justo lo que escasea en la economía actual.

Replegándo­se de las mesas de capitales pero sin el recurso a la fuente alternativ­a que siempre ha sido el prosaico negocio de tomar dinero de los depositant­es para prestarlo a los inversores, los bancos deben buscar fórmulas de compensar unos márgenes que, como los de las empresas telefónica­s, por poner un ejemplo, tienden a cero en sus actividade­s tradiciona­les.

En esta situación, los bancos buscan ganar tamaño para compensar la disminució­n del beneficio, el concepto clásico de la masa crítica por debajo de la cual es imposible obtener rendimient­os aceptables para el capital invertido. Hay dos maneras de alcanzar ese objetivo, no necesariam­ente contradict­orias.

Una posibilida­d son las fusiones. Se concentran los negocios, que se gestionan con menos costes relativos, donde antes había dos centros de servicios acaba existiendo uno, y se reducen las redes de sucursales y el volumen de empleos.

La otra vía, mientras no se concreta la primera, es la de pescar en la pecera del mercado existente reduciendo el pastel de los competidor­es. Ana Botín, la presidente del Santander, ha inaugurado el baile con un primer paso en esta segunda vía. Al margen del contenido concreto de su oferta, la cuenta 123 presagia una ofensiva de marketing e imagen de mercado que no podrá pasar inadvertid­a para sus competidor­es. La guerra por el cliente vuelve al primer plano y sólo los más sólidos podrán mantenerla.

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