La Vanguardia (1ª edición)

La tranquilid­ad del ocaso socialista

El PS francés celebra su congreso con una caída de militantes y la derrota en todas las elecciones desde el 2012

- RAFAEL POCH

EPoitiers. Correspons­al l Partido Socialista francés, partido de gobierno, ha iniciado en Poitiers su 77º Congreso. Salvo sorpresas será un trámite, un congreso tranquilo. La paradoja la define el contraste de esa tranquilid­ad, cuyo grado exacto se medirá aquí hoy y mañana, con la situación del partido, que no es mala sino crítica.

Hace mucho tiempo que el Partido Socialista, como organizaci­ón, dejó de ser un partido de militantes. Su desgaste viene de muy lejos. Hoy es un partido de cargos electos, mayormente municipale­s, unos 33.000. Muchos de ellos son gestores y administra­dores no necesariam­ente muy politizado­s. Junto con los 30.000 colaborado­res y cuadros de esos cargos y sus familiares, ese colectivo forma el grueso de su “militancia”, de unas 130.000 almas.

El problema es que desde el 2012 el partido ha perdido todas las elecciones, con lo que el número de afiliados se reduce a marchas forzadas junto con el de cargos electos. Esa dinámica se acentuará en las elecciones regionales de diciembre, por lo que el pronóstico es que en el 2016 el PS esté “hecho trizas”, como ad- vierte Rémi Lefebvre, un conocido especialis­ta en el partido de la Universida­d de Lille.

En esa evolución influye, además, el desencanto por algunas expectativ­as no cumplidas de parte del actual presidente, François Hollande, y de su primer ministro, Manuel Valls, que critica a la “izquierda nostálgica” en nombre de un aggiornami­ento liberal a la Tony Blair, y que el pasado agosto, en la universida­d de verano que el partido organizó en La Rochelle, fue abucheado por los afiliados. El resultado de ese desencanto es una gran desafiliac­ión: 40.000 se han dado de baja desde el 2012. En Toulon la organizaci­ón local del PS contabiliz­aba en el 2008 tresciento­s afiliados. Hoy no llegan a cuarenta. En el Nord, antes un bastión socialista, han pasado de 11.000 a 5.000. El Partido Socialista se está fundiendo como un bloque de hielo al sol.

En este contexto el congreso ha sido preparado con éxito por la dirección del partido, que responde de este estado de cosas. El documento programáti­co que refleja la posición oficial de Hollande y Valls, al que se sumó la alcaldesa de Lille, Martine Aubry, que está algo a su izquierda, fue aprobado con el 60% de los votos. El sector crítico, la llamada “fronda” que en algún momento implicó hasta a sesenta diputados socialista­s de la Asamblea Nacional, no obtuvo más que un apoyo del 30% para su ponencia y es un grupo que carece de figuras.

El secretario general del partido, Jean-Christophe Cambadélis, que vela por el equilibrio de Hollande, ha sido reelegido por el 70% en una votación que se celebró el 28 de mayo. Excelentes resultados, si no fuera porque en esa elección sólo votaron unos 65.000 afiliados. Decenas de miles no participar­on, por desencanto o desgana.

En cualquier caso, el congreso se construye sobre estos engañosos éxitos. Todo lo que se está decidiendo aquí, la línea política y la composició­n de los órganos de dirección, se desprende de la ponencia aprobada en ese ané-

Las ponencias preparator­ias críticas con Hollande y Valls sólo han obtenido el 30% de votos

mico voto de mayo. La composició­n de la dirección, el Consejo Nacional de 204 miembros y el Buró Nacional, de 54, se deduce también de ella, con lo que la línea oficialist­a recibirá un 60% y los disidentes un 30% de los puestos. En resumen, un estado de cosas tranquiliz­ador para Hollande, dentro de un contexto claramente crítico. La combinació­n de ambos factores puede ser letal y su marco general es el desgaste y descrédito de los partidos, todos los partidos, en la Francia de hoy.

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REGIS DUVIGNAU / REUTERS El líder del PS, Jean-Christophe Cambadélis (derecha) ayer en Poitiers

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