La tranquilidad del ocaso socialista
El PS francés celebra su congreso con una caída de militantes y la derrota en todas las elecciones desde el 2012
EPoitiers. Corresponsal l Partido Socialista francés, partido de gobierno, ha iniciado en Poitiers su 77º Congreso. Salvo sorpresas será un trámite, un congreso tranquilo. La paradoja la define el contraste de esa tranquilidad, cuyo grado exacto se medirá aquí hoy y mañana, con la situación del partido, que no es mala sino crítica.
Hace mucho tiempo que el Partido Socialista, como organización, dejó de ser un partido de militantes. Su desgaste viene de muy lejos. Hoy es un partido de cargos electos, mayormente municipales, unos 33.000. Muchos de ellos son gestores y administradores no necesariamente muy politizados. Junto con los 30.000 colaboradores y cuadros de esos cargos y sus familiares, ese colectivo forma el grueso de su “militancia”, de unas 130.000 almas.
El problema es que desde el 2012 el partido ha perdido todas las elecciones, con lo que el número de afiliados se reduce a marchas forzadas junto con el de cargos electos. Esa dinámica se acentuará en las elecciones regionales de diciembre, por lo que el pronóstico es que en el 2016 el PS esté “hecho trizas”, como ad- vierte Rémi Lefebvre, un conocido especialista en el partido de la Universidad de Lille.
En esa evolución influye, además, el desencanto por algunas expectativas no cumplidas de parte del actual presidente, François Hollande, y de su primer ministro, Manuel Valls, que critica a la “izquierda nostálgica” en nombre de un aggiornamiento liberal a la Tony Blair, y que el pasado agosto, en la universidad de verano que el partido organizó en La Rochelle, fue abucheado por los afiliados. El resultado de ese desencanto es una gran desafiliación: 40.000 se han dado de baja desde el 2012. En Toulon la organización local del PS contabilizaba en el 2008 trescientos afiliados. Hoy no llegan a cuarenta. En el Nord, antes un bastión socialista, han pasado de 11.000 a 5.000. El Partido Socialista se está fundiendo como un bloque de hielo al sol.
En este contexto el congreso ha sido preparado con éxito por la dirección del partido, que responde de este estado de cosas. El documento programático que refleja la posición oficial de Hollande y Valls, al que se sumó la alcaldesa de Lille, Martine Aubry, que está algo a su izquierda, fue aprobado con el 60% de los votos. El sector crítico, la llamada “fronda” que en algún momento implicó hasta a sesenta diputados socialistas de la Asamblea Nacional, no obtuvo más que un apoyo del 30% para su ponencia y es un grupo que carece de figuras.
El secretario general del partido, Jean-Christophe Cambadélis, que vela por el equilibrio de Hollande, ha sido reelegido por el 70% en una votación que se celebró el 28 de mayo. Excelentes resultados, si no fuera porque en esa elección sólo votaron unos 65.000 afiliados. Decenas de miles no participaron, por desencanto o desgana.
En cualquier caso, el congreso se construye sobre estos engañosos éxitos. Todo lo que se está decidiendo aquí, la línea política y la composición de los órganos de dirección, se desprende de la ponencia aprobada en ese ané-
Las ponencias preparatorias críticas con Hollande y Valls sólo han obtenido el 30% de votos
mico voto de mayo. La composición de la dirección, el Consejo Nacional de 204 miembros y el Buró Nacional, de 54, se deduce también de ella, con lo que la línea oficialista recibirá un 60% y los disidentes un 30% de los puestos. En resumen, un estado de cosas tranquilizador para Hollande, dentro de un contexto claramente crítico. La combinación de ambos factores puede ser letal y su marco general es el desgaste y descrédito de los partidos, todos los partidos, en la Francia de hoy.