La Vanguardia (1ª edición)

Las bodas de Guantánamo

- ROBERT MUR Nueva vida.

HBuenos Aires. Correspons­al ace cuatro meses Samira se llamaba Roma. Hace cuatro meses esta uruguaya de 24 años se convirtió al islam y al mismo tiempo conoció a Adel, que le duplica la edad y quien desde ayer es su esposo. Hace seis meses el tunecino Adel Bin Muhammad El Ouerghi vivía preso en Guantánamo. “Hace un mes me propuso matrimonio y le pidió la mano a mi madre”, explicaba Samira por teléfono desde Montevideo pocas horas antes del enlace, que se celebró por el rito musulmán en la capital uruguaya. La semana que viene pedirán turno para la boda civil.

La unión entre Samira y Adel es la primera que se conoce de los seis ex-presos de Guantánamo acogidos por Uruguay en diciembre, aunque al parecer otro de los refugiados ya se casó por el rito musulmán hace una semanas y para los próximos días están previstas otras dos bodas. La noticia de estos matrimonio­s, adelantada la semana pasada por El Observador, ha causado polémica en la sociedad uruguaya, al igual que casi todo lo que han hecho los seis refugiados desde su arribo. La oposi- que apoyan a los ex-presos pero trata de “ignorantes” a quienes aseguran que son peligrosos. “Hay un Dios para que juzgue”, zanja la mujer.

Los seis estuvieron detenidos durante doce años por EE.UU. Nunca fueron juzgados y al ser trasladado­s a Uruguay el Gobierno de Obama entregó un documento a Mujica donde se aseguraba que no revestían peligrosid­ad. A pesar de ello, las fichas difundidas por medios estadounid­enses aseguran lo contrario. En el caso de Adel, un informe militar sostenía que era miembro de Al Qaeda y lo calificaba como preso de “alto riesgo”. Según este informe, emigró desde Túnez a Italia en 1989 y tres años más tarde fue detenido por tráfico de drogas. Pasó tres años en la cárcel y al salir fue reclutado por la organizaci­ón terrorista en una mezquita de Milán.

“A uno le tira la sangre”, dice Roma Blanco –nombre legal de Samira– para justificar su conversión, pues desciende de una familia de inmigrante­s árabes. No es el caso de las otras novias uruguayas que también se hicieron musulmanas y planean casarse con otros ex-presos. Fátima –que antes se llamaba Irina– y el sirio Omar Mahmoud Faraj, de 34 años, habían anunciado para hoy su boda en la mezquita montevidea­na, pero podrían aplazarla, según El País de Uruguay, que recogía la polémica por la legalidad de estos enlaces con anteriorid­ad a los matrimonio­s civiles.

El palestino Mohamed Tahamatan, de 36 años, y su novia, una psicóloga que adoptó el nombre de Aziz y es madre de un niño nacido en España, también tenían planeado casarse en los próximos días. Por otra parte, Samira explicó a La Vanguardia que los exreclusos sirios Ali al Shabaan, de 32 años, y Ahmed Adnan Ahjam, de 36, también están saliendo con uruguayas conversas al islam y contraerán matrimonio en los próximos meses. Además, reveló un dato que hasta ahora no había trascendid­o: el sirio Jihad Ahmad Diyab, de 43 años, el sexto de los refugiados, ya se casó hace unas semanas con una mujer uruguaya por el rito musulmán. Pero no parece que pueda hacerlo por lo civil, ya que Diyab ya tiene una esposa en Siria.

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Adel bin Muhammad El Ouerghi, dos de los ex-presos,
con una bandera uruguaya
INES GUIMARAENS / AP El sirio Omar Abdelahdi Faraj y el tunecino Adel bin Muhammad El Ouerghi, dos de los ex-presos, con una bandera uruguaya

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