Insoportable pobreza infantil
SI el paro y la corrupción aparecen hoy como las mayores y más acuciantes preocupaciones de nuestra sociedad, el informe hecho público ayer por la Colección de Estudios Sociales de la Obra Social La Caixa sobre Infancia, pobreza y crisis económica nos revela una realidad mucho más dura y lindante con la catástrofe. Según dicho estudio, uno de cada tres niños españoles es pobre y uno de cada diez vive en una situación de pobreza extrema. La investigación se centra en los niños y adolescentes de hasta 17 años y revela –como hemos dicho– que en España 840.000 menores, uno de cada diez, viven en una situación de pobreza crónica que se podría alargar durante toda su infancia y adolescencia e incluso en ocasiones durante más tiempo.
La dureza revelada por las cifras es de tal magnitud y crudeza, con tan graves consecuencias sociales y personales, que su propia y descarnada realidad podría explicar por qué este problema gigantesco no es abordado con más frecuencia y claridad por los medios de comunicación y, sobre todo, en los programas políticos. Si observamos que la familia como concepto no tiene siquiera un ministerio específico en el Gobierno de España, aunque sí lo hay en el de algunas autonomías, como la de Catalunya, cuyo Govern dispone de una Con- selleria de Benestar Social i Família, habría que concluir que la falta de sensibilidad política resulta insoportable.
Pensemos, al respecto, que sólo un país europeo, Rumanía, va por delante de España en esta triste clasificación, hasta el punto de que es posible afirmar que en España no se cumple la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que en su artículo 16.3 señala que la familia “tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado”. Dicha protección no se da o, cuando menos, no se da en la magnitud suficiente, ni siquiera en gobiernos como el de Catalunya, donde el citado Departament de Benestar Social i Família dispone de un presupuesto de gasto para este año que es sólo el 8,55% del total de gasto social.
El informe de La Caixa pone de manifiesto que esta situación está alimentada por la recesión, aunque en buena parte era ya previa, pues en el 2004 la tasa de pobreza infantil era del 25,4% y en muchos casos puede cronificarse. Asuntos como el fracaso escolar, la desigualdad y vulnerabilidad e incluso la salud y la malnutrición son algunas de las consecuencias de este problema, que en buena parte viene motivado por el desempleo y la carestía de la vivienda y de los suministros básicos.