La Vanguardia (1ª edición)

Cierre por jubilación

La histórica tienda de El Ingenio está en liquidació­n y prevé bajar persianas a finales de este año

- SILVIA ANGULO Barcelona

Otro comercio histórico que baja persianas. Y no por ser una tendencia en Barcelona –hace unos días Vinçon anunció también que cerraba– deja de ser doloroso. El Ingenio, la tienda de cabezudos y de artículos de fiesta, está en liquidació­n y cerrará sus puertas, si no llega un milagro. Los propietari­os lo han intentado todo. Cuatro años y medio negociando con operadores, buscando un traspaso que no ha llegado y que, por ahora, se aventura complicado. Se han dirigido hasta los responsabl­es municipale­s, buscando la salvación, pero nada. El establecim­iento, que abrió sus puertas en 1838, no tiene relevo generacion­al y la actual propietari­a, Rosa Cardona, no se ve con fuerzas para seguir.

Cardona lleva más de 40 años en El Ingenio y asegura que han mantenido reuniones con múltiples personas para intentar salvar el negocio, sin éxito. Por eso, tras meditarlo mucho han decidido empezar a liquidar el material que desde hace años se almacena en el interior. La intención es desprender­se de todo o casi todo y luego cerrar. A pesar de este negro futuro, aún mantiene la esperanza de que llegue alguien que quiera mantener la actividad. El plazo para cerrar definitiva­mente será a finales de año. Por eso, esta semana colgaron en la puerta el cartel de liquidació­n. Por un lado, buscan vender al máximo y, por otro, animar a posibles ope- radores a seguir con el negocio.

El Ingenio forma parte de la lista de las 32 tiendas intocables patrimonia­lmente, designadas a través de un plan especial que está en exposición pública y que deberá aprobar el próximo equipo de gobierno de Ada Colau. El plan, que empezó a fraguarse a principios de 2014, se demoró y de esta lista ya han cerrado El In- dio y Musical Emporium. La próxima podría ser la tienda de cabezudos. La normativa establece la protección del interior del establecim­iento, un hecho que tranquiliz­a a Cardona, que aboga por el mantenimie­nto integral de la decoración y también del mobiliario.

La familia de escultores Escaler empezó en 1838 a fabricar figuras de cartón piedra y artículos de fiesta en la calle Rauric.También diseñaba figuras de santos, algunas de ellas aún están en el interior de la tienda. Pero los barcelones­es preferían los artículos de fiesta que la imaginería religiosa. Por eso, el negocio ha conservado durante muchos años el ambiente festivo que le otorgan los productos que se venden en su interior. Es habitual ver a los turistas hacerse fotos con el cabezudo que preside la puerta de entrada. Tras una crisis económica de sus primeros propietari­os, la tienda fue traspasada en los años veinte a Delfí Homs, que ya disponía de varios negocios en la ciudad. Cardona es su nieta e hija de Josep Cardona, que mantuvo la tradición y supo relanzar un negocio que ahora se apaga.

Rosa Cardona mantiene la esperanza de que llegue un nuevo operador y se haga cargo del negocio

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