Amistades púgiles
Llucia Ramis Barcelona Cuando conoces a alguien, ya no dejas de conocerle. Puedes lamentar haberlo hecho, retirarle la palabra, convertirlo en tu amigo, olvidarlo, decir que ha cambiado tanto que ya no sabes quién es. Pero ahí está: un nombre propio, una relación irreversible. Hago estas elucubraciones naifs en el Ateneu Roig. Junto a la puerta, un grupo de mujeres forra tetra bricks con periódicos. Preparan los adornos de la calle Ciudad Real para la Festa Major de Gràcia. Una confiesa ser tránsfuga de Verdi. Poca broma. El escritor Yannick Garcia me cuenta que la dramaturga Cristina Clemente escribió una obra inspirada en la guerra entre calles, titulada Vimbodí vs Praga.
Un combate parecido es el que propone Kiko Amat. Cual Cravan vs Cravan, la película de Isaki Lacuesta sobre el boxeador poeta, presenta su novela Chap Chap ante un cartel donde, algo esmirriado, se enfrenta a sí mismo. En el Ateneu hay empanadas y cerveza fría, tintorro y publicaciones sobre Cuba. La mitad del público se queda de pie porque hay mucha gente, hace calor. Veo al editor del libro y de Blackie Books, Jan Martí, a su compañera Alice Incontrada, a la de Destino, Anna Soldevila, a la scout Camila Enrich, a Miqui Otero, a Miqui Puig, al productor accidental Pau Subirós, al escritor Carlos Zanón, al desopilante Miguel Noguera, a muchos cuarentones con tatuajes en las piernas.
Presenta el acto Antonio Baños, a quien tal vez veamos en el Parlament a partir de octubre. Luego tiene que ir a TV3 para discutir con García Albiol en el programa .Cat. La política es un palo que le mantiene sobrio y sereno, por eso habla de Sartre, el existencialista cuya filosofía bizqueante resume así: “Todo es una mierda que huele bien, pero una mierda igual”. La relación entre Baños y Amat empezó mal: “Kiko escribió un libro infecto titulado Cosas que hacen Bum, y yo tenía ese poder tan de barrio que consiste en reseñar; titulé mi crítica Cosas que hacen Plof”. Ahora se aman bastante, hasta el punto de ruborizar a Eugènia Broggi, fundadora de L’Altra Editorial y pareja del autor de Sant Boi; éste declara que, pese al cartel de boxeador y que creció entre locos, no piensa golpearse a sí mismo.
Hay conflictos por principios y los hay que acaban con una corona de flores saltando por la ventana de La Californie, la casa de Picasso. Sería el caso de la amistad que éste tuvo con Dalí. La rivalidad, la admiración y los celos se mezclaron en un cóctel explosivo que estalló con la Guerra Civil. En Picasso y yo (Elba), el periodista Víctor Fernández recopila cartas y escritos que el de Figueres dedicó al cubista –y una única postal del genio malagueño–. Llegar a la presentación no fue fácil, porque las puertas del Museu Picasso estaban cerradas, y había que dar la vuelta.
El editor de Malpaso, Malcolm Otero, no lo hizo a tiempo. Además de la editora de Elba, Clara Pastor, al acto fueron represen- tantes de otros sellos: Paula Canal de Anagrama, Alba Fité de Planeta, Eva Cuenca de Penguin Random House, Silvia Fernández de Roca, y la subdirectora del programa Página Dos, Betina Pons, la asesora editorial Covadonga D’lom, el sabio Eduard Vallés, José Florencio Martínez, autor de una monumental biografía de Lo- pe de Vega, y Manolo Camiño, el book dealer de Fernández, que le lleva a cuevas secretas llenas de joyas literarias en las que se hallan, completas, bibliotecas personales de escritoras recientemente desaparecidas.
La introducción la hizo el tinent d’alcalde Jaume Ciurana que, como en las películas, ya tiene preparada la caja con los enseres de su despacho para dejar el Ayuntamiento el día 13. Llevaba camisa blanca sin corbata ni chaqueta, a la moda del joven político. Pere Gimferrer, como siempre gabardina. ¿Es posible no ser fan de Gimferrer?, me pregunté mientras él decía que quizá Picasso fuera el primer ejemplo de artista tan importante como su obra. Dalí vivió obsesionado por la imagen que tenía de Picasso, y quería alcanzar esa imagen, pero –como Warhol o Duchamp– acabó como un gran artista cuya obra era secundaria.
Hablando de reflejos e imágenes: ver a Fernández frente a Fernández (su hermano gemelo) tiene algo de Dalí vs Picasso, Cravan vs Cravan, Kiko vs Amat. “Si lidias con el dolor, se convierte en el reconocimiento de ti mismo en el otro”, decía Chantal Maillard el lunes, “también es el reconocimiento del otro en ti”. Fue en La Central, durante la presentación de La herida en la boca, a cargo de Antoni Marí, director de la colección de poesía de Tusquets. Sin dolor, y con mil saraos, en este mundillo nos conocemos todos. Nos vapuleamos, nos reconocemos o no, pero no podemos desconocernos.
Baños machacó el primer libro de Amat en una reseña, pero ahora se aman bastante, hasta el rubor