Thriller inacabado
Wawrinka espera rival tras la suspensión del Djokovic-Murray por falta de luz
La tempestad se anunciaba para entrada de la tarde. Sería una tormenta eléctrica, breve pero intensa. Rayos, truenos, viento y unas gotas de agua que rociarían el Bois de Boulogne. La mejor solución a horas de bochorno enfermizo, a una asfixia agobiante. Novak Djokovic decide desafiar a la naturaleza y convertirse en un vendaval ante un Andy Murray que persigue sombras, contrariado, angustiado. Abatido. Nole se adelanta a los chubascos y obliga al escocés a soportar el chaparrón. “¡Venga, lucha!”, se arenga el de Dunblane.
El número uno del mundo está intratable y no hay un solo resquicio en él que denote debilidad, duda o vértigo. Hasta que ya muerto, ya entregado a la derrota, Murray se suelta. De la nada, da la vuelta al tercer parcial y se agarra con todo. “¡Let’s go Andy, let’s go!”, trona la Chatrier, ansiosa por un giro inesperado. El núme-
Después de perder los dos primeros sets, Murray resurgió y logró que Djokovic se tambaleara
ro tres del mundo araña un set a Djokovic por primera vez en estas dos semanas y prolonga la batalla a un parcial más. El dominador absoluto del circuito, que ha estado a un juego de su ansiada final de Roland Garros, ve cómo tras 3 horas y 8 minutos su rival despierta cual huracán. El tiempo se detiene. “Señoras y señores, por la inmediata tormenta y falta de luz el partido queda aplazado hasta mañana”, anuncia el juez de silla, Pascal Maria. En el marcador: 6-3, 6-3, 5-7, 3-3 a favor de Djokovic. La semifinal se reanudará hoy antes de la disputa de la final femenina.
Pero antes de que llegue la tormenta, la Philippe Chatrier es una olla a presión. “Allez Tsonga, allez Tsonga”, corean con furor patrio. La temperatura supera los 30 grados y la humedad es asfixiante. No hay nadie que sobreviva a quedar completamente empapado en sudor. Stan Wawrinka escucha cómo los 15.000 aficionados de la grada arropan a un Jo-Wilfried Tsonga que tira de fe. Por golpes, el suizo es infinitamente superior. Por coraje y agallas, el francés estira el choque hasta un cuarto set y garantiza que Rafael Nadal salga el lunes aún dentro del top 10 mundial. Son tres horas y 46 minutos de un espectáculo intermitente, con rachas de intercambios sensaciona- les y momentos de errores incomprensibles producto de estar a revoluciones disparadas y el cuerpo a 40 grados.
“Tranquilo, la vida es bella…” se dice Tsonga para intentar animarse. El francés desaprovecha
E L F U T U R O