La Vanguardia (1ª edición)

“Por muchos planes que hagas, sólo eres lo que te sucede”

Nací en el Eixample de Barcelona. Me gano la vida enseñando Filosofía en Ciencias de la Educación: el maestro da; el buen maestro se da y yo aspiro a entregarme. Publico ‘La lectura como plegaria’

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TComo cualquiera que se ponga. Yo les invito a todos a escribir, que es como rezar, y a leer, que es una plegaria...

Ningún escritor –ni lector– está de más, pero creyentes hay cada vez menos.

Para filosofar no hace falta creer, basta con querer conversar con los clásicos, que es como hablar con la humanidad de todas las épocas. Yo no me confieso con curas, sino con libros y cuadernos.

¿Por qué leer tanto? Hubo nazis muy leídos y muchos sabios analfabeto­s.

Si lees a Sófocles, Dante, Cervantes, Dickens, Dostoyevsk­i, Melville, Tolstói, Strindberg, Proust, Rilke, Kafka, Musil, Joyce, Pessoa, Woolf, Mann, Beckett, Borges, Espriu o Canetti te entenderás mejor a ti y a los demás: vivirás más.

Hay muchos otros autores y más modernos que también enseñan a vivir.

Los libros de autoayuda no me interesan, porque sólo dan respuestas que pasan de moda casi en el mismo instante en que se escriben. En cambio, los clásicos plantean nuevas preguntas cada vez que se leen. Podrá compartirl­as con los clásicos, que en vida eran tan humanos, luego tan finitos, como usted y como yo: podían hacer planes, pero al final sólo somos lo que nos sucede...

Asumido.

...En cambio, como autores son inagotable­s. A cada uno nos dicen algo diferente en cada momento, porque no pretenden decirlo todo de una vez para siempre. Son clásicos porque no escribiero­n textos sagrados.

¿Cuál es la diferencia?

Un texto clásico es el que nunca se agota en ninguna lectura y, por tanto, siempre se lee como algo nuevo; pero la autoridad, al decretar que un texto es sagrado, intenta reducir su sentido inagotable a un significad­o inmutable. Eso es el totalitari­smo.

Y si alguien cree tener la única verdad, también cree tener derecho a imponerla.

Por eso me atemoriza lo sagrado, porque pone fin a toda conversaci­ón con los libros y la reduce a una orden: “Este texto significa esto”. Después, llegarán los mandamient­os de todos los catecismos: cómo debes pensar, hablar, comer, vivir, guerrear, morir...

¿La religión no nos hace mejores?

Los actos demoniacos se cometen en nom-

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¿Y si ya tengo bastante con mis dudas?
ÀLEX GARCIA iene usted suerte de poder vivir filosofand­o. ¿Y si ya tengo bastante con mis dudas?

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