La Vanguardia (1ª edición)

VÍNCULO VITAL CON LA CIENCIA

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“Todo viene de la infancia. Mi abuelo materno, que se murió un mes antes de que yo cumpliera tres años, me llevaba de noche a una ventana y me ensañaba el nombre de las estrellas. A los tres años, sabía lo que eran las Pléyades y la Cabellera de Berenice, que me fascinaba. Vivíamos en la calle Muntaner, donde luego estuvo la editorial de mi padre. A los cuatro o cinco años, nos fuimos a Pedralbes. Era una niña que se escapaba, y una vez estuve entre dos tranvías, que no me mataron de milagro. Por eso me tenían encerrada en el jardín de la casa. Y yo tenía dos mundos claros, uno eran las plantas y otro era mirar las estrellas por la noche. E incluso me compraron un telescopio que supuso una decepción enorme, porque veía la luna muy bien, los cráteres y todo, pero de las estrellas no veías nada. Eso siempre ha sido una fascinació­n en mí, hay algo que te atrae de la luz por la noche. El asunto de las estrellas siempre me rondaba, y de hecho mi primer libro se llamó Las estrellas vencidas. Y en él ya están dos asuntos claros: la gravedad y la luz”. me hace ir a la poesía de un modo especial. Luego he oído muchos cantos, he oído cantar muchísimo. Y he cantado. Estas cosas le vienen a cada uno de la vida que ha tenido. Por ejemplo, Mompou puso música a los poemas de mi padre cuando yo tenía dos años. No diré que tenga el recuerdo de aquello, pero sí que recuerdo bailar con Mompou cuando tenía tres años. Son cosas que se te hacen tan familiares que están en ti mismo. ¿Y qué se tocaba de Mompou? Pues las Cançons i danses. En mi mente, todo esto tiene una realidad muy fuerte, porque está vivida, está oída… Y también me acuerdo de que en casa teníamos unas chicas de Cuenca que cantaban romances. Por eso para mí, expresar una cosa suele ir acompañado de expresarlo a través de un poema, no necesariam­ente mío, sino de otros. Y esto hace que incluso ahora, que cada vez me interesa más la ciencia, descubro que Schrödinge­r ha hecho poesía, y lo traduzco. Pero siempre busco mucho más que un poema, siempre hay otras cosas. Por ejemplo, los poemas de Schrödinge­r han ido acompañado­s de un estudio sobre Schrödinge­r y Ortega, otro sobre Schrödinge­r y Zubiri… y ahora estoy con qué dicen los científico­s del lenguaje. Siempre así, de una cosa a otra.

Otro de sus objetos literarios es el papel de la mujer en la literatura. Su último libro, Guardar la casa y cerrar la boca

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