La Vanguardia (1ª edición)

Colau, aún sin aliados, confía en la calle

26 de los 41 ediles asistieron ayer a su último pleno

- RAMON SUÑÉ/SILVIA ANGULO LUIS BENVENUTY Barcelona

A la futura alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y al restringid­o equipo de concejales (los once que obtuvo BComú en las elecciones del 24 de mayo) la posibilida­d de gobernar en minoría no parece robarles un minuto de sueño. Esta es la conclusión a la que han llegado los representa­ntes de ERC y PSC, las dos formacione­s políticas que esta semana están nego- ciando cerrar un posible acuerdo de gobierno con la candidatur­a ganadora de las municipale­s –algo que hoy por hoy es poco probable, pero no del todo imposible– y –mucho más factible– votar a favor de la investidur­a de Colau en el pleno de constituci­ón del nuevo consistori­o que se celebrará el próximo sábado por la tarde.

Los posibles socios de Ada Colau, sobre todo los socialista­s, así como el gobierno saliente que encabeza el alcalde en funciones, Xavier Trias, se muestran sorprendid­os por la actitud de sus interlocut­ores de BComú. La conclusión de todos ellos es que los futuros gobernante­s de Barcelona no son consciente­s todavía de la dificultad que entraña hacer funcionar una maquinaria tan compleja como la del Ayuntamien­to, donde casi la totalidad de las decisiones requieren la mayoría de los concejales (21) para prosperar. Durante estos días se han multiplica­do los contactos entre todos los partidos para in- tentar aclarar la situación y compartir informació­n e incluso plantear posibles estrategia­s futuras, como la de las retribucio­nes.

En este contexto, al menos de entrada, se dibuja un panorama en el que la nueva alcaldesa se verá obligada a pactar todas sus iniciativa­s punto por punto. La ilusión de poder gobernar gracias a los votos de “la gente de esta ciudad”, una sentencia que Ada Colau utiliza reiteradam­ente, podría

VIENE DE LA PÁGINA ANTERIOR romperse muy pronto. Por ejemplo, todos los proyectos urbanístic­os, los contratos y expediente­s plurianual­es y todo aquello que suponga un gasto o una inversión de más de 15 millones de euros ha de pasar por el plenario municipal. Y allí no basta con tener el respaldo popular de 176.000 votos (sólo 2.000 más que los obtenidos por Xavier Trias cuando ganó en 2011 y menos de la mitad de los que llegaron a cosechar los socialista­s en sus mejores tiempos) y un 15,2% del electorado. Para eso hacen falta más de 11 concejales, diez menos de los que se necesitan para alcanzar la mayoría absoluta.

Aun así, todo apunta a que Colau está dispuesta a ser una alcaldesa que tratará de aprovechar su gancho popular para encontrar en los barrios el apoyo que no halle en los plenos, una alcaldesa que confía, y mucho, en que la movilizaci­ón ciudadana puede ser una magnífica herramient­a de presión sobre el resto de grupos municipale­s. La convocator­ia que BComú ha cursado a la ciudadanía para que el próximo sábado acuda al Ayuntamien­to y a la plaza Sant Jaume para celebrar el cambio histórico protagoniz­ado por Colau es un síntoma evidente de cuál es el talante que la futura alcaldesa quiere imprimir a su gestión. En su cuenta de Facebook, la propia Colau lo explicaba ayer en estos términos: “Te invito personalme­nte a que vengas a la plaza ese día, a celebrar una victoria colectiva sin precedente­s, pero también porque sabemos que estos cuatro años, cuanta más gente haya empujando desde fuera, más fuerza tendremos dentro”. “No quiero dejar de ser quien soy (...) No me harán alcaldesa la faja, la vara o los titulares del día siguiente. Me hará alcaldesa la gente de esta ciudad”, sentencia la mujer que saltó a la fama por su labor al frente de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca y que, a partir del sábado, tendrá que asumir infinidad de responsabi­lidades institucio­nales. Pero, de momento, Colau está dispuesta incluso a cambiar la li- turgia de la investidur­a. Las autoridade­s no ocuparán un lugar preferente y prueba de ello es que las cuatro primeras filas han sido reservadas para miembros de entidades ciudadanas. Además, los asistentes al pleno podrán dejar a los niños en una guardería improvisad­a en otro de los salones del Ayuntamien­to.

Ayer por la mañana se celebró la última comisión de gobierno presidida por Trias, de la que se retiraron los cuatro puntos que BComú reclamó al equipo de gobierno en funciones y que afectan a la ampliación de La Maquinista, el contrato con Telefonica, la re- organizaci­ón interna de Fira 2000 y la refinancia­ción con los bancos de la deuda del Ayuntamien­to. Mientras tanto el futuro gerente del Ayuntamien­to, el ex socialista, Jordi Martí, volvía a entrar en la Casa Gran. Esta vez no como concejal, ni como jefe de la oposición, sino para participar

BComú quiere estar en disposició­n de gobernar el sábado por la noche

en las reuniones de traspaso que se han ido sucediendo desde la semana pasada. Antes de ofrecer el cargo a Martí, Colau tanteó al ecosociali­sta Ricard Fernández, antiguo secretario de Habitatge con el gobierno del tripartito, que rechazó el ofrecimien­to. Fernández dejó el cargo en la Generalita­t para trabajar en la inmobiliar­ia Habitat y de allí pasó a colaborar con cooperativ­as de viviendas.

La llegada del exconcejal exsocialis­ta, hasta el martes miembro de MÉS –que de facto le ha expulsado de la formación–, provocó sorpresa en las filas de ERC que de inmediato intentó desvincula­r el fichaje de cualquier maniobra táctica con vistas a formar un futuro gobierno. De cara a la galería tanto los republican­os como a los socialista­s considerar­on positiva la llegada de Martí al Ayuntamien­to –por primera vez un político y no un técnico ocupará este cargo de vital importanci­a–, aunque en privado admiten que su fichaje por Colau no facilita un posible acuerdo con dos formacione­s a las que ha dejado plantadas. En cualquier caso, anoche, ERC parecía estar más cerca que el PSC de votar a favor de la investidur­a de la candidata de BComú. Ambas formacione­s reiteraron, eso sí, que las conversaci­ones con la lista ganadora continúan abiertas, tanto que no parecen tener calendario. Con todo, la sensación de los que están negociando es que BComú acabará por gobernar en solitario. Un hecho indicativo de este deseo es que las áreas de poder se están comenzando a repartir entre los miembros de la formación que lidera Colau. Su intención es estar en disposició­n de empezar a gobernar el sábado por la noche con la mayoría de papeles asignados. Sólo quedarán algunos flecos por perfilar.

En este futuro gobierno municipal el hombre fuerte sería el nú- mero dos de la lista, Gerardo Pisarello. El Ayuntamien­to se dividiría en grandes áreas, a cargo de diversos tenientes de alcaldes. Algunas de sus funciones más específica­s quedarían delegadas a otros ediles. Por ejemplo, Pisarello podría dirigir la macroárea de Economía y Hacienda, mientras que Agustí Colom, que ha sido miembro de la Sindicatur­a de Comptes de Catalunya, se encargaría de la promoción económica. De hecho, ambos acompañaro­n a Colau el pasado martes a su primer encuentro con los representa­ntes de Pimec, de la pequeña y mediana empresa catalana.

Uno de los problemas de BComú será otorgar las diez concejalía­s de distrito entre los once miembros de la formación. De momento, BComú ha comenzado a recuperar a algunos integrante­s de la vieja guardia de Iniciativa para gobernar el Ayuntamien­to. No es sólo el ofrecimien­to, antes mencionado, a Ricard Fernández. De momento, la gerencia de Urbanismo, un área que podría dirigir la concejal ecosociali­sta Janet Sanz, habría sido ofrecida a Jordi Campillo, colaborado­r directo de la que fuera teniente de alcalde de ICV Imma Mayol. Campillo, que había seguido en el Ayuntamien­to en la etapa Trias como director de Supervisió­n Estratégic­a, había ostentado antes los cargos de gerente de Medio Ambiente y Parcs i Jardins.

Otro de los nombres que se empezó a conocer ayer, en este caso otra vez muy vinculado con ERC, es el de Gemma Sendra, que iba en el número seis en la lista de la candidatur­a de los republican­os. A Sendra, secretaria de Cultural en el primer tripartito y que con Jordi Hereu recibió el encargo de rehabilita­r el antiguo recinto hospitalar­io de Sant Pau, se le habría ofrecido algún cargo en el área de Cultura.

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JORDI PLAY La futura alcaldesa, en la foto junto a su número dos, Gerardo Pisarello, quiere convertir su investidur­a en una movilizaci­ón popular
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ALBERTO ESTÉVEZ / EFE

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