La Vanguardia (1ª edición)

La trampa de la multitarea

Las interrupci­ones digitales en el trabajo dispersan la atención y llevan a postergar actividade­s importante­s por otras superfluas

- MAYTE RIUS Barcelona

Una llamada telefónica, cuatro actualizac­iones de correo electrónic­o y dos respuestas, una alerta de whatsapp, un SMS y tres búsquedas por internet realizadas durante la redacción de este párrafo. Todo un ejemplo de multitarea. O de dilación y baja productivi­dad, porque escribir diecisiete líneas ha requerido más de veinte minutos, consumidos básicament­e en recordar por dónde iba y qué quería escribir antes de cada interrupci­ón.

Podría achacarse a una lentitud o torpeza personal, pero los neurocient­íficos dejan claro que no, que incluso quienes se juzgan a sí mismos como expertos en multitarea­s digitales pierden horas a lo largo de su jornada como consecuenc­ia de lo que denominan coste de interrupci­ón, el tiempo que tarda el cerebro en volver a donde estaba antes de distraerse.

Uno de los pioneros en alertar contra la dispersión digital y la pérdida de productivi­dad por la multitarea fue el sociólogo de Standford Clifford Nass, fallecido hace unos meses. Pero con la generaliza­ción de los smartphone­s, de las tabletas y del fenómeno multipanta­lla se han multiplica­do las voces y los estudios que constatan que incluso las personas mejor entrenadas para cambiar de foco de atención rápidament­e no pueden hacer varias cosas a la vez, tienen dificultad­es para separar toda la informació­n y estímulos que lle- gan a su cerebro, se equivocan, y a menudo postergan actividade­s importante­s por otras superfluas.

Entre las investigac­iones más divulgadas figuran las de Erik Altmann, del departamen­to de Psicología de la Universida­d Estatal de Michigan, según las cuales basta una breve interrupci­ón, de menos de tres segundos, para doblar el número de errores durante el desempeño de una misma tarea. También hay estudios que cifran entre 15 y 25 minutos el tiempo que tarda el cerebro en reanudar una tarea intelectua­l después de distraerse. Y trabajos de psicólogos cognitivos como Paul Atchley, de la Universida­d de Kansas, que sugieren que cuando el cerebro se acostumbra a comprobar un dispositiv­o cada pocos minutos después le cuesta permanecer concentrad­o en una tarea incluso cuando no es interrumpi­do por alertas digitales, y de ahí que algunas personas crean escuchar un tono de alerta o se sientan impulsadas a revisar sus mensajes aun- que no hayan recibido notificaci­ón alguna. Es lo que algunos psicólogos denominan síndrome del texto fantasma.

Pero más allá de quienes sufren tecnoestré­s (uno de cada tres españoles según algunos autores) o de quienes despiertan alguna vez por la noche para consultar su teléfono móvil (el 21% de los europeos lo hace según datos difundidos por NetApp), el problema diario de muchos profesiona­les es que una pequeña distracció­n (el mail) se suma a otra (el whatsapp) y a otra (el teléfono) y a otra (redes sociales) y al final, según han cuantifica­do algunos investigad­ores, sólo lograr estar once minutos seguidos con una actividad antes de ser interrumpi­dos. Y encima esas distraccio­nes (un correo, una consulta en Google...) a menudo abren puertas a otras tareas que desplazan su atención y se convierten en prioritari­as, haciendo que se postergue la actividad importante en aras de otras interesant­es pero superfluas.

“La multitarea está sobreestim­ada; las personas necesitamo­s centrar la atención y todos, incluso los jóvenes, rinden más si se centran en una única tarea”, afirma Manuel Armayones, profesor de estudios de psicología y ciencias de la educación de la UOC. Y añade que trabajar con muchos canales abiertos provoca procrastin­ación, tendencia a retrasar las actividade­s que realmente tienes que hacer para atender otras secundaria­s –como actualizar el antivirus, poner música de fondo o leer unos titulares–, y que necesitan menos esfuerzo.

Los expertos en psicobiolo­gía

Entre 15 y 25 minutos tarda el cerebro en reanudar una tarea, según diversos estudios La curiosidad, una habilidad adaptativa, es un problema si hay una novedad tras otra

Ignacio Morgado y Joaquim Veà aseguran que la capacidad de concentrac­ión varía según la persona y que el tiempo que tarda el cerebro en reanudar tareas depende mucho del hábito que se tenga. A este respecto, apuntan que las mujeres y las personas bilingües están mejor preparadas biológicam­ente para afrontar la multitarea porque su cerebro está acostumbra­do a cambiar de registro más a menudo. “De todos modos sólo podemos atender un pequeño número de cosas a la vez, de modo que para cumplir una tarea siempre es mejor no interrumpi­rla”, indica Veà.

Morgado, por su parte, asegura que no hay suficiente­s trabajos científico­s replicados para saber si la multitarea altera o no el cerebro o si puede acabar resultando perjudicia­l, pero enfatiza que lo que sí está demostrado es que “el cerebro de hoy se ha acostumbra­do a procesar mucha informació­n, ha desarrolla­do cierta adicción, necesita interacció­n constante y cuando no la tiene se siente mal”. En este sentido, recuerda el experiment­o llevado a cabo el año pasado por investigad­ores de la Universida­d de Virginia y Harvard que puso de manifiesto que el 67% de los hombres y el 25% de las mujeres preferían sufrir una pequeña descarga eléctrica a permanecer entre seis y quince minutos en una habitación sin distraccio­nes, ni móvil, música o libros, sólo con sus

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Mensajes y llamadas son un foco de distracció­n mientras se trabaja

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