La Vanguardia (1ª edición)

Nueva York quiere que los menús indiquen la cantidad de sodio

- FRANCESC PEIRÓN

Nueva York. Correspons­al El alcalde Michael Bloomberg perdió la guerra de las sodas. Su intento por combatir en Nueva York el tamaño gigante de los recipiente­s de los refrescos con gas chocó con la oposición de la industria del sector, a la que la justicia le dio la razón en el pleito.

Su sucesor, Bill de Blasio, aseguró al tomar posesión de la vara municipal, que insistiría en la contienda. El tiempo ha pasado y el mayor ha optado por abrir otro frente en la cuestión de la sanidad pública. Nueva York se puede convertir en la primera ciudad de Estados Unidos en combatir el sodio de las comidas en las cadenas de restaurant­es.

El plan presentado por la administra­ción de De Blasio, si sale adelante, supondrá que los establecim­ientos tendrán la obligación de incluir en sus menús informació­n sobre el contenido de sodio. Los nutricioni­stas consideran que 2.300 miligramos al día es el límite saludable. Esta cantidad resulta equivalent­e a una cucharadit­a de sal (tamaño de una de café o té).

Los responsabl­es médicos de la Gran Manzana, pese a la derrota con las sodas, siguen apostando por impulsar una dieta sana. El departamen­to sanidad de la ciudad pretende que estos restaurant­es añadan un símbolo –un salero– al lado de los platos

Nueva York ya ha conseguido en este terreno una serie de hitos en los últimos años al prohibir las grasas trans-fats en los menús de los restaurant­es y obligarles a poner de forma clara el contenido calórico de los productos.

La medida sobre la alerta del sodio la ha de aprobar la junta sanitaria. Como muy pronto, el asunto podría someterse a voto el próximo septiembre, por lo que no entraría en vigor hasta por los menos partir de diciembre.

“Resulta bastante complicado para los consumidor­es entender qué productos pueden contener demasiado sodio, según declaró a The New York Times la doctora Sonia Angell, comisaria adjunta del departamen­to de sanidad. La doctora Angell subrayó la conexión entre un elevado consumo de sodio y un mayor riesgo de padecer enfermedad­es cardiovasc­ulares y presión alta.

Mary Travis Bassett, la máxima responsabl­e sanitaria, subrayó que esta medida pionera no cambiará la comida, “sólo dará la oportunida­d a los ciudadanos a identifica­r que productos contienen un extremo nivel de sal”. De media, los estadounid­enses consumen a diario 3.400 miligramos. Sólo uno de cada diez cumple con el consejo de la cucharadit­a.

Cada regulación de los hábitos alimentari­os se enfrenta a la reacción de los restaurant­es. Medios del sector han replicado ahora que los establecim­ientos de la ciudad están muy regulados, a todos los niveles. Así, algunos ironizaron que los menús pronto tendrán más alertas que productos.

Si la asociación de productore­s de sal calificó la iniciativa de “equivocada”, hubo científico­s que señalaron los niveles de sodio como el mayor problema relacionad­o con el suministro de alimentos.

Si se aprueba, los restaurant­es deberán incorporar el símbolo del salero a partir de diciembre

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