El plenario de los 26 adioses
La mayoría de los concejales de Barcelona, que no siguen en el cargo, se despide en una sesión emotiva
En las pruebas de acceso a las facultades de Ciencias Políticas se podría preguntar: ¿Cuándo coinciden frases como las siguientes?
“Todos, gobierno y oposición, hemos trabajado mucho por la ciudad” (Xavier Trias, CiU).
“En Barcelona, Rousseau (el hombre bueno por naturaleza) gana a Hobbes (el hombre es un lobo para el hombre) y esto en política no es frecuente” (Jordi Portabella, ERC).
“Parece mentira la exquisita relación personal con concejales de ideología tan diferente” (Gloria Martín, PP).
“Que el espíritu de diálogo y educación desde la diversidad siga siendo la marca Barcelona de hacer política” (Gabriel Colomé, PSC).
“He tenido la inmensa suerte de involucrarme en la construcción colectiva de la ciudad que soñamos” (Ricard Gomà, ICV).
Respuesta: en el llamado “pleno de la lagrimita”. Siempre se es- capa alguna, o se descompone la voz por la emoción de los concejales al despedirse, como ayer ocurrió a los populares Gloria Martín, Alberto Villagrasa y Eduardo Bolaños. Es una sesión plenaria para aprobar las últimas actas, que se repite cada cuatro años y que, al menos en Barcelona, reúne varias características casi inalterables: se omiten (que no se olvidan) las rencillas de cuatro años; hay agradecimientos múltiples (a compañeros y rivales políticos, a colaboradores y trabajadores municipales, a la familia que ha soportado ausencias y ha dado ánimos en la carrera del concejal...); se loa el diálogo y la búsqueda del consenso político y se declara amor al Ayuntamiento, a la ciudad y a los ciudadanos. A veces también se expresan deseos de suerte a los nuevos gobernantes que están a pocas horas de entrar por la puerta. Y siempre se agradece la dedicación de aquellos concejales que dejan el incómodo escaño del salón de la Reina Regente.
Ayer, los cesantes eran más que nunca desde aquel primer consistorio democrático de 1979 con 43