Cadena perpetua para el antiguo zar de la seguridad de China
Zhou, declarado culpable de soborno, abuso de poder y filtrar secretos de Estado
Pekín. Corresponsal China cerró ayer con discreción y de puntillas el juicio contra el más alto dirigente político jamás juzgado desde la creación de la República Popular en 1949. El antiguo responsable de la Seguridad Pública, Zhou Yongkang, fue condenado a cadena perpetua por haber aceptado sobornos, abuso de poder y filtrar secretos de Estado. Un sentencia que se convierte en el símbolo más emblemático de la campaña contra la corrupción lanzada por el presidente Xi Jinping cuando asumió el poder en el 2013.
En un estudiado ejercicio de opacidad, Pekín desveló ayer el desenlace de un largo proceso de investigación contra el exzar de la seguridad en la pasada década. La agencia Xinhua informó que Zhou fue condenado a cadena perpetua en un juicio secreto celebrado el 22 de mayo en un tribunal de Tianjin. Justificó la confidencialidad de una vista que había levantado grandes expectativas “debido a que implicaba secretos de Estado”.
Además de haber sido declarado culpable de soborno, abuso de poder y filtración de secretos de Estado, el hombre que dirigió los servicios de seguridad desde el 2002 hasta que se jubiló en el 2012, también ha sido privado de sus derechos políticos y sus bienes personales han sido confiscados.
Zhou, que compareció ante el tribunal mucho más delgado y la cabeza encanecida, según las imágenes de la televisión china, habría aceptado su culpabilidad y no apelará el veredicto, según Xinhua.
La noticia de la sentencia contra este político de 72 años, que durante más de tres décadas se movió en el lucrativo sector petrolero, cierra el proceso más significativo que ha vivido China desde el juicio a la llamada Banda de los Cuatro en 1980, que incluía a la viuda de Mao.
Las investigaciones sobre este político que presidió la principal compañía petrolera china, la CNPC, se iniciaron en el 2012. Las pesquisas en torno a su persona y su círculo de amistades arrancaron poco después de que el actual presidente, Xi Jinping, asumiera el liderazgo del Partido Comunista y lanzara su campaña contra la corrupción. Dejó de aparecer en público en octubre del 2013 y fue detenido en diciembre del 2014, tras ser expulsado de la organización comunista.
Para algunos analistas como Willy Lam, de la universidad china de Hong Kong, “el gran crimen de Zhou fue haber apoyado a Bo Xilai”. Un ambicioso político, aliado suyo en el Partido, que cumple cadena perpetua por corrupción y abuso de poder y a quien Xi consideró como un enemigo potencial en su carrera hacia el liderazgo.
Otros, sin embargo, opinan que la caída de Zhou está relacionada con su propia ambición y sus conocimientos de los entresijos del régimen. Y es que, tras controlar durante décadas el sector de la energía, logró encaramarse a la cúspide del poder político. En el 2002 se convirtió en uno de los 25 miembros del Politburó y poco meses después fue designado ministro de Seguridad Pública.
Cinco años más tarde, en el 2007, Zhou logró entrar en el sancta santorum del régimen. Se convirtió en uno de los nueve miembros del Comité Permanente del Partido y amplió sus poderes al asumir la autoridad sobre la Justicia.
Su influencia le llevó a transformarse en el gran zar de la seguridad interior del país y a manejar un presupuesto que superó al de Defensa en los últimos años de su mandato. Esta situación generó inquietud entre los nuevos líderes chinos, con Xi a la cabeza, y que propició que se convirtiera en un objetivo a investigar. Resultado: pasará el resto de su vida entre rejas.