Cooperar y compartir
DEBATE. El futuro de la universidad /
Las universidades, y en general todos los sistemas de conocimiento, tratan de incorporarse a la economía real mediante dos estrategias de largo alcance: la colaboración institucional y la transferencia de saberes a los sistemas productivos. Pero a medida que el conocimiento tiene mayor protagonismo económico y la economía es más global, los vínculos que se crean con ellas resultan insuficientes. Trabajar a veces con otros para realizar algo o llevar un conocimiento de un lugar a otro no deberían ser un fin en sí mismo, sino el principio de otras estrategias más comprometidas con el desarrollo y los ciudadanos.
Para crear mayor riqueza sin dañar la calidad de vida de los ciudadanos es necesario un
B. SUÁREZ ARROYO, mayor compromiso para compartir los atributos más competitivos de cada uno para beneficio de todos. Los sistemas de conocimiento y productivos deberán superar las trabas conceptuales y operativas que les separan para construir y operar juntos en un modelo económico y social más justo, inteligente, productivo y competitivo. Alinear los saberes con los negocios (profesores e investigadores con profesionales y empresarios, gestores públicos con privados y emprendedores) será imprescindible para que el conjunto sea posible y sostenible.
Las universidades serán determinantes para que este desafío tenga éxito. Pero para cooperar y compartir saberes y negocios deberán salvar, sobre todo las universidades públicas, los desajustes que las nuevas demandas pudieran ocasionar en sus sistemas de gobernanza, organizativos y de gestión. Seguramente la gestión de los estudios más formales y la investigación básica no necesitaría de cambios sustanciales, pero su participación en una economía global basada en el conocimiento reclamaría esquemas de funcionamiento nuevos, en todo caso más flexibles, comprensibles y compatibles con los que tienen los demás agentes implicados. Esto ya ocurre en algunas universidades que están abordando actividades de investigación aplicada y la formación a lo largo de la vida (saberes productivos) cooperando, compartiendo y compitiendo, aunque mediante unidades funcionales específicas con poca relevancia institucional. Las universidades tendrían que integrar todas estas cuestiones en su organización y funcionamiento ordinario, entre otras cosas para reforzar su competitividad, mantener su protagonismo social y la confianza de los ciudadanos.