Los hospitales catalanes podrán poner más camas en verano si hace falta
Salut abrirá un 2% más de habitaciones que en julio y agosto del año pasado
Los gerentes de los hospitales catalanes tienen orden de ser todo lo flexibles que haga falta este verano. El Departament de Salut no quiere una temporada como la del año pasado, donde las quejas de las urgencias saturadas de Vall d’Hebron con un relato diario de los pacientes que llevaban días a la espera de una cama, las quejas parecidas del hospital del Parc Taulí y los atrincheramientos de enfermos en salas que iban a cerrar en Bellvitge les convirtieron en noticia fija durante un par de meses en cada informativo y en todas las redes posibles.
Eso se ha acabado, al menos, así parece que se intenta. En Vall d’Hebron, por ejemplo, aseguran que prácticamente no se cierra nada. Se dará vacaciones a los pro- fesionales y estarán preparados para responder ante picos asistenciales –se espera mucho calor lo que puede tener un impacto importante en las personas más frágiles– y mantener el ritmo en urgencias. “El modelo para todos los hospitales de la red es el que funcionó esta semana en Bellvitge. Tuvieron un aumento repentino de enfermos y abrieron 20 camas entre lunes y martes”, apuntó Josep Maria Padrosa, director del Servei Català de la Salut, que explicó el plan veraniego ante la comisión de Salut del Parlament.
Además de este cambio de actitud, las previsiones para este verano son algo más generosas este año de elecciones: seguirá abierto casi el 86% de las camas, un 2% más que el aciago verano del 2014 y un 8,1% más que el primer año de restricciones, el 2011. Incluso en agosto, cuando más camas se blo- quean, habrá 600 más que el año anterior, un aumento de disponibilidad de más del 4%. Pero, además, ese 14,16% que se prevé cerrar “será absolutamente reversible”, aseguró Padrosa. “Hemos dado instrucciones para que se pueda incrementar si es necesario, exactamente como se hizo con el plan de invierno, en el que se autorizó un aumento de actividad porque quedó insuficiente cuando durante dos o tres semanas hubo un incremento importante de la demanda de pacientes con problemas respiratorios. Se autorizaron entonces mil ingresos extra para responder a esa situación. Esa sobreactividad del plan de invierno costó apenas 2 millones de euros. En verano hemos optado por la misma estrategia: diseñamos el plan según las previsiones de cada centro pero con la premisa de adaptarse a lo que ocurra”.
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