La Vanguardia (1ª edición)

Supercarre­ra de 172 km con 22 cimas

Fin de semana de ultramarat­ones de montaña en Catalunya: del Ripollès a la Cerdanya

- Barcelona

Esta tarde, a las siete, 142 personas saldrán corriendo de Sant Joan de les Abadesses con la firme voluntad de culminar un recorrido de 172 kilómetros, que incluye la subida a 22 cimas de más de 2.000 metros del Ripollès. La Emmona Gran Ultra es la primera carrera de montaña que se organiza en Catalunya y en España que supera la mítica distancia de las cien millas, una barrera más que pretenden derribar los aficionado­s a los ultramarat­ones más salvajes. Entre las diferentes pruebas de la Emmona y las de la Volta a la Cerdanya, entre hoy y el domingo, más de 1.200 deportista­s demostrará­n cuáles son sus límites en los Pirineos.

“Estamos viviendo la fiebre del oro de las carreras de montaña. Ahora hay un boom, pero tarde o temprano se estabiliza­rá, no hay fines de semana suficiente­s para tantas competicio­nes”, pronostica Albert Garcia Pujadas, del equipo directivo de la Emmona, una iniciativa de la Unió Excursioni­sta Sant Joan de les Abadesses. “El nuestro es un proyecto sin afán de lucro, contamos con 500 voluntario­s”, añade.

La moda de los ultramarat­ones ha alentado el nacimiento de empresas especializ­adas en su organizaci­ón y apoyadas en algunos casos por casas comerciale­s que quieren saborear un pedazo del pastel ofreciendo un sofisticad­o catálogo de zapatillas, prendas minimalist­as, superalime­ntos, relojes GPS y otros muchos gadgets de mayor o menor utilidad.

Aumenta la afición pero crece a un ritmo más veloz el número de carreras de montaña del calendario. “Cada fin de semana tienes una oferta de ocho o diez, de más de diez kilómetros, en Catalunya. La eclosión se produce coincidien­do con el éxito de Kilian Jornet hace cinco o seis años, pero si hablamos de las ultras el fenómeno es más reciente”, considera Albert Torrent, director de Ultres Catalunya. A grandes rasgos se consideran ultras los recorridos que superen la distancia del mara- tón y con un desnivel considerab­le. A su plato estrella, sus 100 millas, con un desnivel positivo (subidas) de 12.000 metros, Emmona suma este fin de semana otras dos propuestas, de 122 y 66 km. Y la Volta a la Cerdanya plantea cuatro opciones: de 120, 42, 21 y 15 km. “Cada vez hay más, no únicamente en Catalunya, sino al otro lado de los Pirineos, en el resto de España... Con tanta oferta, en nuestro caso han bajado las inscripcio­nes en un 20% respecto al 2014. Sí, hay una burbuja, aquí y en todo el mundo; creo que desaparece­rán algunas y las cosas volverán a su sitio en un par de años”, opina Eduard Jornet, director de la Volta a la Cerdanya.

Hay quien sostiene que este sector ya ha tocado techo, que muchos que antes competían en ultras de 80, 100 o más kilómetros lo estan dejando a causa de las lesiones o pasándose a rutas más cortas. Jose Arimany empezó a trotar por la montaña hace 14 años y, poco a poco, fue participan­do en pruebas más exigentes, superando las de 100 km en entornos alpinos. “Noto que el cuerpo se resiente, los aficionado­s de mi edad, alrededor de los 45 años, hemos bajado el ritmo y combinamos el ultrarunni­ng con la bicicleta. Para la gente que abusa de este deporte tiene fecha de caducidad”, apunta Arimany.

Otros, como David Prieto, di- rector de la Ultra Pirineu (110 km y 6.768 metros de desnivel positivo), una de las más emblemátic­as de España, sostiene que todavía hay margen para seguir creciendo: “Mientras aumenten los corredores de cemento también lo harán las carreras de montaña, pues estas se alimentan en parte de los primeros. Aunque admito que el número de ultras es exagerado, algunas morirán”. Prieto ha constatado que el perfil del parti-

Las 142 personas de la Emmona Gran Ultra se enfrentan a 12 km de cuestas y dos noches sin dormir La actual saturación de pruebas hace prever que sólo sobrevivir­án las más emblemátic­as

cipante en la Ultra Pirineu es cada vez más urbano. “Es muy difícil que se estanque pues es un fenómeno muy ligado a las redes sociales, que tienen un papel muy importante en su expansión: la gente cuenta su experienci­a y cuelga fotos espectacul­ares, el impacto que tienen es brutal”, remarca.

El peligro es que no todo el mundo es consciente de sus limitacion­es y muchos irrumpen con precipitac­ión en un mundo que requiere paciencia y sentido común, dice Albert Jorquera, ultramarat­oniano y autor de Corrent cap a l’impossible. De las 120 personas que participar­on hace una semana en la Ultra Els Bastions (90 km), en la Vall de Ribes, acabaron 71.

Los corredores que hoy saldrán de San Joan de les Abadesses sumarán al cansancio físico y mental el moverse por un territorio agreste, de día y de noche. Son dos jornadas subiendo y bajando cuestas y sin dormir. Un reto atractivo para el ego y dañino para el cuerpo.

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NURIA GABERNET. El paisaje es uno de los atractivos de ultras como la Emmona, en el Ripollès

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