“Piensan que pueden ser superhombres”
El pionero Kiku Soler: “A este mundo le falta sentido común”
Es una locura, este es un mundo al que le falta sentido común... Ver a una persona de 30, 40 años, que piensa que con un año de entreno ya puede correr ultramaratones, que esto es muy guay, que puede ser un superhombre... ¡Y va y participa cada mes en uno!”, reflexiona Kiku Soler, el pionero de las carreras de montaña en Catalunya y en España.
Soler, de 51 años, sigue corrien- do, aunque sólo una hora a la semana, además de escalar, esquiar y andar mucho por el monte para cumplir con sus deberes como agente rural. “Físicamente estoy mejor que nunca”, comenta por teléfono desde su casa de Casserres, en el Bergadà.
“Mi primera gran carrera fue la del Canigó desde Vernet-lesBains, en 1992, con más de 2.000 metros de desnivel positivo. También en Francia, la que sube a la cima de la Pica d’Estats. En Catalunya empezamos más tarde, con las del Collsacabra y la Cursa de l’Alba en Montserrat, que sigue organizándose”, relata. “Antes, cubríamos distancias de 10, 20 o 30 kilómetros, lo máximo maratones. El del Aneto fue el que el revolucionó las carreras de montaña”, añade. Soler se impuso en el de 1999, su última edición, con un tiempo de tres horas y 46 minutos. También quedó primero en la del Canigó, la del Alba, el cross vertical de Benasque, el kilómetro vertical del Cervino...
“Crecí en Berga y lo tenía fácil para salir a correr por la montaña. Empecé con cross y pista a los 10 años y a los 20 participé en mi primer maratón, mi mejor tiempo es dos horas y 26 minutos”, explica. Soler cuenta que “el trail running nació de la fusión de dos ámbitos, el de las carreras de fondo en asfalto y el de las marchas de resistencia del excursionismo, como la Matagalls-Montserrat.”
Él ha compaginado el atletismo con la escalada y también el alpinismo, incluso en el Himalaya y el Karakórum formando parte de expediciones al Shisha Pangma, al Cho Oyu o al G-2. Ahora limita la competición a una o dos pruebas al año, recorridos moderados y algún kilómetro vertical (un máximo de 5 km con un des- nivel positivo de 1.000 metros). No comparte la afición por las distancias extremas. “Un año salí de la feria dedicada al corredor de Chamonix, la que coincide con el Ultra Trail del Mont-Blanc, con la impresión de que todo el mundo quería demostrar que era el que hacía la carrera más larga y más dura, como si participara en el casting de una peli porno...”, dice con picardía. Pide a los aficionados que muestren un poco más de sensatez y a los organizadores que no sacrifiquen “recorridos preciosos” para sumar un puñado de kilómetros. Que el tamaño no es lo más importante. “Parece que si no acabas carreras de más de 100 km no eres nadie”, opina.
En un libro que está acabando habla de todo esto y del efecto Kilian, “un extraterrestre, un personaje extraordinario. Lo conocí cuando tenía 15 o 16 años. Además de estar superdotado físicamente, tiene la cabeza en su sitio, muy bien puesta, sabe lo que quiere y se lo trabaja”.